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Populismo o confianza

La Razón
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Por más que Zapatero augurara «un antes y un después» para la izquierda española tras el discurso que ayer pronunció Alfredo Pérez Rubalcaba, el acto que los socialistas protagonizaron para ungir a su candidato a las próximas generales sólo sirvió para acentuar la sensación de encontrarnos en los estertores de una Legislatura agotada. Su desesperado intento por marcar distancias respecto al Gobierno del que, hasta hace unas horas, él ha sido su número dos, se tradujo finalmente en un volantazo ideológico hacia la izquierda vacío de contenido. En la línea marcada por el Ejecutivo socialista en las últimas semanas, Rubalcaba volvió a cargar con dureza contra la banca y adelantó su intención de destinar parte de los beneficios de las entidades financieras a la creación de empleo. Esta medida, unida al anuncio de recuperar el impuesto de patrimonio para gravar a los que más tienen, fue sólo uno de los muchos guiños que el candidato socialista lanzó con escaso disimulo al ala más izquierdista del PSOE y al movimiento antisistema del 15M. No aclaró Rubalcaba si este desempolvado populismo constituye su única estrategia para reducir un nivel de paro que su Gobierno ha sido incapaz de atajar, y que ha pasado del 8,3 al 21,29% bajo su gestión. Respecto al resto de medidas esbozadas por el candidato, como la eliminación de trabas administrativas para los emprendedores, el fomento del crédito a las familias, una mayor implantación del contrato parcial o la aprobación de controles para prevenir la corrupción, cabría preguntarse por qué no las ha defendido durante el prolongado tiempo que ha permanecido en un Consejo de Ministros más proclive a la improvisación que a las reformas. Al desgranar su propuesta educativa, además de reconocer que no tocará las leyes en este ámbito, a Rubalcaba se le olvidó recordar que su propuesta estrella, la creación de un MIR para profesores, es una receta que el PP abandera desde hace años. Como si nos encontraramos ante un anticipo de la próxima campaña electoral, mientras Rubalcaba tomaba oficialmente el mando del PSOE, el presidente del PP, Mariano Rajoy, desgranaba en el Campus FAES las líneas maestras de su programa reformista. Consciente de la grave situación por la que atraviesa el país, el proyecto nacional que defiende Rajoy no se detiene en medidas efectistas y aboga por el empleo y la recuperación como un pilar esencial, en el que enmarcará la futura Ley de Emprendedores y las reformas estructurales necesarias para devolver a España al lugar de liderazgo que ya conocimos durante los gobiernos de Aznar. La reforma del sector público bajo los principios de la austeridad y la transparencia, el mantenimiento del Estado de Bienestar, la recuperación del prestigio exterior y la mejora de la educación a través de una transformación de la FP y la promoción del sistema educativo dual alemán sí son medidas que conecten de forma realista con las preocupaciones y necesidades de los españoles. Frente a la solidez del proyecto de Rajoy, que fue refrendado con rotundidad el 22-M en las urnas, el nuevo PSOE de Rubalcaba sólo parece en condiciones de ofrecer su perfil más radical. Lo justo sería no tener que esperar seis meses para saber qué prefieren los españoles para su futuro.