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La familia

La Razón
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Mi maestro y amigo Celestino García Marcos me ha pedido que hable de la familia. Cuando llegan épocas señaladas como la Navidad se oye a muchas personas a las que no les gustan estas fechas por las excesivas jornadas familiares. A los matrimonios que tienen la suerte de contar con los cuatro padres vivos, parece que les fastidia tener que repartirse entre unos y otros. Algunos, desafortunadamente, no tenemos elección. Se critica mucho a la familia, en todas suele haber desavenencias, a veces hay miembros que no se hablan durante años, pero el ser humano fue creado para vivir en familia.
La mía es tradicional (padre y madre), cristiana, pecadora (por mi parte) y no muy amplia (una sola hija, los abuelos maternos y tres abuelos paternos putativos), pero no la cambiaría ni por todo el oro del mundo. Hace poco, escuché al responsable de un centro comercial argüir que se vendían muchas cafeteras pequeñas, de las que usan cápsulas, porque se trata de un «nuevo concepto de café». Esta palabra ha invadido el terreno de otras más tradicionales y, especialmente en el lenguaje de la publicidad, supone un plus añadido a la marca. Hoy, ningún producto que se precie es importante si no va acompañado de «nuevo concepto»: de automóvil, de comunicaciones y, ¡cómo no!, de familia. Ya no hay un solo tipo de familia, pero, sea cual fuere ese «nuevo concepto», lo que no ha variado es la base que lo sustenta: el amor. Se dice que España sobrevive a la nefasta política económica de estos últimos años gracias a dos factores: la economía sumergida y la familia. Los abuelos nos permiten en muchísimos casos subsistir. Suerte tiene el nuevo Gobierno de que en España seamos muchos millones los que creemos y basamos nuestra vida en ella.