Mariano Rajoy

Del 2 de mayo a la transición por Luis Palacios Bañuelos

La Razón
La RazónLa Razón

Resulta estimulante al leer el primer discurso que Mariano Rajoy ha dirigido a los españoles observar que el vocablo más repetido es «todos»: «Presidente de todos», «todos los españoles», «todos juntos», «convocar a todos al cambio», «contar con todos»… Su idea-madre habla de compartir, de esfuerzo común, de obra colectiva, de solidaridad…

La invocación «ante una hora decisiva de España» recuerda otros momentos históricos, de regeneración, que también requirieron el «todos a una». Dos de ellos son hitos de nuestra Historia y fruto de la libertad: el 2 de mayo de 1808, para defender la patria contra la invasión de los franceses, que ha quedado como mito nacional, y la Transición, que utilizó el consenso constitucional para salir de la dictadura. El discurso de Rajoy da respuesta a las dos crisis que sufre España, una interna heredada y otra general, de gran virulencia. La primera está marcada por múltiples problemas; el más grave y de urgente solución es el debilitamiento del sentimiento y de la idea de España y la consiguiente pérdida de confianza y de fe en nuestro futuro.

Ya en 1932, lo abordaba Azaña cuando afirmaba que «no se puede entender la autonomía, si no nos libramos de una preocupación: que las regiones autónomas… no son el extranjero; son España… (que) el organismo de gobierno de la región es una parte del Estado español, no es un organismo rival, ni defensivo, ni agresivo, sino una parte integrante de la organización del Estado». También Julián Marías nos alertaba hace unos años cuando decía: «Se está destruyendo la imagen de España"porque muchos españoles no saben lo que es España y, por tanto, «no saben lo que son». Hoy Rajoy nos dice que «sólo habremos salido adelante si salimos todos juntos» y que «todos tendremos que aportar lo mejor de nosotros mismos». «En la necesidad, unidad», que diría San Agustín.

Una receta para salir de esta crisis heredada consiste en fomentar el amor a España y la fe en que es «una gran Nación»; en confiar en «el trabajo, la seriedad y la constancia» a sabiendas de que trabajar por un objetivo común hace fuertes a los pueblos; en «hacer bien las cosas» aceptando que nuestra diversidad enriquece a todos y, en fin, en confiar en nosotros mismos y en los demás –lejos de la mentira por sistema. Con su invitación, Rajoy nos introduce en el mundo de los valores.

El «de todos para todos» implica una vinculación que se hace realidad cuando las diferentes personas se unen a unos mismos valores. «El esfuerzo común y solidario» implica tener esperanza, recuperar la confianza. Y lograda esa solidaridad, es decir, la vinculación de cada uno con el resto, tendremos una sociedad fuerte, sólida (soldar, consolidar, solidez son palabras derivadas de solidaridad). Además, la actuación solidaria induce a fomentar otro valor democrático, la tolerancia.

«Construyamos España y… aprendamos a esperarlo todo de nosotros mismos», escribía Ortega en 1910. ¿Qué vamos a hacer? ¿qué tenemos que hacer? ha de ser la respuesta de los españoles a la invitación del nuevo Presidente.

Es el momento de hacer realidad la idea gineriana expresada bellamente por Machado: «soñar un nuevo florecer de España».

Luis Palacios Bañuelos
Catedrático Universidad Rey Juan Carlos