Bruselas
Arrivederci Berlusconi
Italia puso ayer fin a uno de los ciclos políticos más polémicos de su historia reciente. «Il Cavaliere» pone fin a nueve años en el poder tras una semana agónica. Monti jurará el cargo hoy.
Silvio Berlusconi, primer ministro en cuatro gobiernos diferentes, magnate de los medios de comunicación, aglutinador del centro derecha, líder internacional sin par, polemista infatigable, mujeriego empedernido y personaje esperpéntico, se despidió del poder. Es probable, además, que lo haya hecho para siempre: sus 75 años y el mal sabor de boca que deja su último Ejecutivo le cierran las puertas de un posible retorno. «Il Cavaliere» presentó anoche su dimisión al presidente de la República, Giorgio Napolitano, como había prometido el martes, después de comprobar en la Cámara de los Diputados que se había quedado en minoría. El zarpazo de la crisis económica y el acoso de los mercados hicieron que ocho parlamentarios de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL) decidiesen abandonarle. Sólo la necesidad imperiosa de aprobar las reformas que le exigía Bruselas postergó unos días la renuncia de Berlusconi.
Estas medidas, que ya habían obtenido la «luz verde» del Senado el pasado viernes, fueron ayer ratificadas en la Cámara de los Diputados por 380 votos a favor. Las apoyaron el PDL, su principal aliado, la Liga Norte, y las formaciones opositoras de centro. La agrupación mayor de la izquierda, el Partido Democrático, no votó. En la que probablemente será la última sesión parlamentaria de su vida, el ya ex primer ministro fue vitoreado por los diputados del PDL, quienes gritaban sin parar «¡Silvio, Silvio!». Muchos de ellos sabían que también se despedían para siempre de la Cámara, pues sin su «capo» les resultará enormemente difícil renovar el escaño y seguir formando parte del club con mayores privilegios del país. Los miembros de la Liga Norte, que ahora pasarán a la oposición, gritaban por su parte: «¡Elecciones, elecciones!».
Pese a la contrariedad de la formación de Umberto Bossi y de algunos sectores de casi todos los partidos, el vacío de poder que deja la caída de Berlusconi no será ocupado acudiendo a las urnas cuanto antes, sino con la creación de un Gobierno técnico. Mario Monti, economista neoliberal de prestigio y ex comisario europeo durante 10 años, será el nuevo primer ministro. Cuenta con el respaldo de la mayor parte del arco parlamentario y de Napolitano. El jefe del Estado espera que hoy mismo se formalice el nombramiento de Monti y el de los hombres que le van a acompañar en su difícil tarea, de manera que cuando abran mañana los mercados Italia tenga un nuevo Ejecutivo, capaz de infundir confianza tanto en los inversores como en los socios europeos e internacionales.
El preestreno del ex comisario para la Competencia no ha podido ser más prometedor. Desde que se dio por cierto que él sería el nuevo primer ministro, la Bolsa italiana ha subido sin parar al tiempo que la prima de riesgo y el interés de la deuda bajaban. En tiempos en los que la política parece una rama menor de la economía, como afirma el escritor italiano Erri De Luca, esos datos no son banales. En el terreno de las relaciones internacionales tampoco parece difícil que Monti recupere parte del terreno que Berlusconi sembró con sal por sus estúpidas salidas de tono. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ya ha dicho que está deseando viajar a Roma junto a la canciller alemana, Angela Merkel, para dar su bendición a Monti. Si Italia consigue hacerse un hueco en el eje franco-alemán ganarán sus ciudadanos y toda la UE.
A Monti le esperan unos difíciles meses por delante. Su Gobierno, que podría durar hasta un año y medio, se ganará la impopularidad general cuando lleve a la práctica las reformas pedidas por Bruselas y aprobadas ya en el Parlamento. También le tocará reformar la ley electoral y preparar el terreno para la próxima cita con las urnas. Si tiene éxito, Monti será recordado por ser el hombre que corrigió el rumbo de Italia tras 17 años de «berlusconismo».
Fiesta y música de despedida
«12 de noviembre, día de la liberación». Éste era el texto de una de las pancartas que exhibían ayer los cientos de ciudadanos concentrados frente a los edificios de la Cámara de los Diputados, la Presidencia del Gobierno y la Presidencia de la República para celebrar el adiós de «Il Cavaliere». «Por fin», «Bye bye, Silvio» o «Gracias Napolitano», eran otros de los eslóganes que mostraron los congregados, quienes no acababan de creerse que hubiese terminado el Ejecutivo del magnate. Por si no acababa de decidirse, gritaban enfervorizados «¡Berlusconi dimisión!». El adiós del primer ministro también se festejó en las redes sociales de Internet, donde muchos pedían que se colgaran banderas italianas en las ventanas.
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