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Crítica de cine / «Villa Amalia»: Vuelta al origen

«Villa Amalia»: Vuelta al origen
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Director: Benoît Jacquot. Intérpretes: Isabelle Huppert, Jean-Hugues Anglade y Xavier Beauvois. Francia-Suiza, 2009. Duración:94 minutos. Drama.

Querer ser otro o no querer ser nadie, escapar del yo vendiéndolo todo, limpiando las huellas, viajando hasta no saber dónde estás, romper la brújula, volver al mar, al útero materno, al origen donde no hay nada, ni reproches ni mentiras. Este proceso, tan doloroso como liberador, es el que relata «Villa Amalia»: la mujer que huye, que hace de su destino un folio en blanco, es, cómo no, Isabelle Huppert.

En su quinta colaboración con Benoît Jacquot, Huppert descubre lo que hay oculto en el apellido de su personaje, Ann Hidden, para esculpirlo hasta que no queda absolutamente nada: una identidad que no depende de nadie, una figura que abre la ventana de una casa en un acantilado, un vacío posible. La Huppert, lo sabemos, es capaz de inventar sobre ese vacío, y explorarlo: aquí, su rostro recorre un movimiento pendular que se mueve desde la contención hasta el hastío, para luego llegar a una felicidad que sólo veremos en plano general.

Huppert y Jacquot saben que la cuestión es no saber, y por eso mantienen al personaje en suspensión. «Villa Amalia» es una película de suspense, en la medida en que las acciones desarrolladas por Anne generan una serie de preguntas en el espectador. ¿Por qué hace lo que hace? ¿Qué es lo que pretende? ¿De dónde viene su angustia? Jacquot dosifica la información y traduce los enigmas que movilizan a su heroína siendo fiel a la rapidez de sus reacciones, una velocidad emocional que la sucesión de planos no tiene tiempo de reflejar.

La brusquedad de algunas elipsis genera una cierta violencia, una impaciencia en la mirada, que percibe las decisiones de Anne con la prisa neurótica y necesaria de alguien que no quiere empezar desde cero sino que quiere vivir en el cero. Dos mujeres que no se conocen se gritan y en el plano siguiente son amigas: ésta es la fuerza del cine, hacer que lo contrario sea posible solamente en un instante.