Historia

Estreno teatral

Sacristán vuelve a lomos de Rocinante

El actor protagoniza «Yo soy Don Quijote de la Mancha», la versión de José Ramón Fernández, dieciséis años después de «El hombre de la Mancha»

José Sacristán y Fernando Soto, en escena
José Sacristán y Fernando Soto, en escenalarazon

No es Cervantes el autor de este espectáculo sino José Ramón Fernández. El dramaturgo se ha divertido mucho travistiendo sus versos y, otros prestados (de «La Celestina, incluso de Pier Paolo Passolini), entre los del célebre manco para que el espectador juegue a las adivinanzas sobre cuáles son los originales y cuáles los añadidos: «"El Quijote"es tan moderno que muchos creerán que muchos fragmentos son míos cuando, en realidad, pertenecen a Cervantes», avisa el escritor que además resalta «la apertura de mente que había en aquella España del siglo XVI». La propuesta de llevar a escena una vez más el libro de los libros españoles surgió de la directora del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, Natalia Menéndez, y allí se estrenó antes de emprender una intensa gira. Antes de contar con Fernández se había asegurado que estuviera en el proyecto encarnando al hidalgo, José Sacristán: «Un stradivarius que cada frase que emite suena a palabra de Dios», según el autor. El actor destaca «el referente moral que es este individuo, que enfrenta abiertamente unos principios antes de volverse loco». Despejar del mito la enfermedad mental es otro objetivo del proyecto, como destaca su director: «No es un hombre que haya perdido el juicio por culpa de las fantasías literarias, sino que se trata de una persona que vive intensamente lo que otros experimentan con superficialidad».

El veterano intérprete vuelve a calzarse el yelmo después de haber protagonizado «El hombre de La Mancha». Aquel montaje supuso toda una revolución en la entonces incipiente industria escénica musical de la Gran Vía. Gracias al título, sus protagonistas (le acompañaba Paloma San Basilio) en nueve meses de representaciones lograron recaudar 1.415 millones de las pesetas de entonces al convocar a 330.057). Sacristán admite que entre un proyecto y otro hay diferencias abismales, pero defiende las intenciones del musical: «El tal Dale Wasserman –autor del libreto– sabía quién era Cervantes. Se notaba perfectamente durante el juicio que se hacía al autor en escena, pues las razones que se daban contra él eran las que argüían sus críticos. En este caso la mirada es otra, ni mejor ni peor, pero existe más proximidad, pues se respira Mancha por todas partes».

Debut en el Español
Lo dice alguien que reivindica sus orígenes «sanchopancescos», pues nació de una familia de labradores de Chinchón hasta que le entró la aspiración quijotesca de «hacer creer a los otros lo que no era». No le ha ido mal, pero después de tantos años de carrera no había pisado las tablas del Teatro Español, lo que considera un premio, porque aún recuerda cuando acudía al edificio siendo ayudante de un taller para presenciar los ensayos de una compañía aficionada, es decir, hace más de 60 años. «Se representaba entonces "Un soñador para un pueblo", de Buero Vallejo, y yo siempre llegaba en el punto en que Carlos Lemos decía: "Los españoles vuelven por sus fueros"y yo me preguntaba, cuando seré yo quien actúe allá arriba». Más vale tarde...

La mayor complejidad del proyecto era previa: seleccionar entre los abundantísimos capítulos de esta obra inabarcable. José Ramón Fernández explica cómo definió esta versión: «Quería conservar muchas palabras de la obra original porque, por cualquier parte que la abras, encuentras tesoros. La mayor dificultad es lo que lloras cada vez que vas tachando pasajes. Hay dos episodios muy populares, como el de los batanes y el de los correazos y otros que van a sorprender a muchos. La idea es darle al espectador muchas cosas que conoce y otras que no para que vuelva al texto original, porque la mayoría lo leyeron en momentos de su vida en que era un título obligatorio y lo van dejando para el verano».

Si Don Quijote y Sancho Panza son obligatorios en cualquier recreación de la obra, el autor ha querido dar más relevancia en este espectáculo a la hija del fiel escudero para aportar una perspectiva femenina y añadir otra variable generacional: «Sanchica (Almudena Ramos) es el punto de Cordura en ese matrimonio entre Don Quijote y Sancho Panza. En estos tiempos tan oscuros es interesante plantearnos qué es la bondad», sostiene Fernando Soto, que da la réplica a Pepe Sacristán.

Luis Bermejo, habitual director de textos de Fernández, se ocupa del montaje, y, sin querer restar solemnidad, prefiere destacar que «Yo soy Don Quijote de la Mancha destila «mucha comedia, pues como decía Darío Fo: "El humor ayuda a esclarecer las verdades"». Cosas veredes...