Ferias taurinas
Y por fin pudo pisar Madrid
Ni mayo, ni octubre. Ni San Isidro, ni Otoño. Al final tuvo que ser en febrero y en Vistalegre. Un año y diez operaciones después, por fin pudo José María Manzanares torear en Madrid. De acuerdo que no fue en Las Ventas, pero el alicantino pudo al menos sacarse de una vez la espina después de ser operado de una hernia discal, primero, y estar ya en pleno via crucis de su decena de intervenciones, después. Un infierno contado anteayer en estas mismas líneas. Sobrecogedoras las imágenes de su mano, reventada por las heridas y los pasos por el quirófano. Lo supo ver el tendido que le premió con una calurosa ovación tras abrir su capote en el saludo al primero de sus adversarios. Era, sin duda, el aliciente de la tarde. Calurosa, por cierto, y con algún que otro cigarrillo a escondidas, a pesar de tratarse de un recinto cerrado. No hubo atisbos del habitual puro de Morante, que siguió desde el callejón las evoluciones de sus compañeros, velando armas ya de cara al festejo de hoy, en el que se anunciará con Juan Mora y El Cid. El de Salteras, sentado en el punto diametralmente opuesto del callejón, también hizo capilla en el coso carabanchelero. Hoy se las verán con los de Cuvillo. Como pasó con Manzanares, no es Las Ventas, pero para quitarse este «mono» invernal de toros, que no el del tabaco, bien valen.
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