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Atrapado en el tiempo

La Junta propone y los ciudadanos disponen. El adelanto de hora no cuajó en una jornada electoral en la que los resultados de Andalucía se dieron con retraso 

Atrapado en el tiempo
Atrapado en el tiempolarazon

Madrid- Convengamos que, si no fuese por el calendario que indica que es 2012 y por el cartel de «No fumar», este colegio electoral está sacado de la serie «Cuéntame», con una televisión que se quedó en el «guacheefe» (UHF) y unos libros de encuadernación vetusta, cuyas hojas están ajadas por el polvo. Los ciudadanos sonrientes a la espera de votos parecen unos personajes involuntarios de «Atrapado en el tiempo» viviendo una jornada electoral que terminó con visos de ser el Día de la Marmota, a pesar de que se depositaron mayoritariamente en las urnas las papeletas del Partido Popular.

Con todo, el día en Andalucía empezó una hora más tarde que en el resto de España, ya que dos colegios electorales cerraron al menos media hora después que el resto.
Porque queda una «jartá» para los próximos carnavales, si no las chirigotas de Cádiz ya habrían encontrado una veta de inspiración en el sucedido que padecieron los miembros de una mesa electoral de San Fernando (Cádiz). Donde la consejera de Presidencia, Mar Moreno, veía «pequeñas anécdotas» los afectados visualizaron una celda cuando lo que tenían que estar observando entre bostezos hace rato era una urna. El caso es que lo que debía haber sido un alegre despertar de domingo se convirtió, al menos en sus inicios, en el argumento de una película de Berlanga. El director sabía valorar como pocos la situación de los titulares y los suplentes de una mesa electoral, que oirían el timbre de sus casas, mirarían por la mirilla, y se les quedaría el mismo semblante, entre acongojados y asustados, de Nino Manfredi en «El verdugo», al ver a miembros de las Fuerzas y los Cuerpos de Seguridad del Estado a las puerta de sus hogares mientas los pantalones del pijama se les iba escurriendo lentamente al tiempo que miraban ese reloj que ya no sabían si tenía la hora real o la oficiosa. «Problemas de notificación», afirmó la autoridad competente. Conclusión: la comida del domingo se transformó en el bocadillo del lunes con vistas a una urna.
Más que el adelanto, parecía que todo se había conjurado para retrasar los relojes. Las manecillas parecía que reculaban en vez de avanzar. Sólo así se puede entender que varios colegios electorales estuviesen huérfanos de sobre y papeletas mientras los ciudadanos ya formaban la cola de rigor para depositar el voto. La burocracia es lo que tiene, que casi siempre llega tarde y con desconsideración. Ni atiende ni a reajustes horarios para ganar horas a la luz ni demás zarandajas. En Andalucía, el domingo fue sábado, al menos a efectos del recuento de votos.