Cataluña

Crónica de una derrota anunciada

La Razón
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Nunca ha sido tan fácil parafrasear a García Márquez. Hoy no ha ganado CiU, ha perdido el PSC. Es la crónica de una derrota anunciada. Hace siete años, los socialistas ganaron con Maragall después de 23 años de hegemonía de la CiU de Jordi Pujol. Hoy, los socialistas encabezados por Montilla lloran, como Boabdil después de perder Granada, la dura derrota a manos de la CiU de Artur Mas. La hegemonía atenazó a Montilla. Pretendió ganar el partido en campo contrario. Jugó en el terreno nacional haciendo dejadez de su estrategia natural, la dicotomía izquierda-derecha. El ruido de lo nacional ha tapado su gestión, ha puesto en evidencia lo peor del tripartito y ha evidenciado la debilidad de un PSC con una estrategia equivocada que lo ha alejado de sus votantes.
Las urnas han puesto negro sobre blanco el error de la estrategia socialista. Su derrota los deja noqueados en Cataluña, pero no en España. Zapatero y Mas estarán condenados a entenderse. Mas buscará el apoyo de los socialistas sin tener que quedar en manos del PP, sobre todo, a seis meses de las municipales. No le será difícil. No será un respaldo entusiasta, pero sí explícito. Zapatero también necesita estabilidad para tomar las duras, e inexcusables, medidas que necesita una España, víctima propiciatoria de los mercados ávidos de carroña.
Rajoy ha salvado los muebles. El PP todavía tiene la pólvora mojada en Cataluña, pero puede ser decisivo, reduce diferencias con los socialistas, y consolida expectativas para las generales. Tampoco gana el PP, pierden los socialistas que en medio de la debacle no tienen ni líder –Montilla no puede seguir– ni programa. Ni estrategia. Con las bases desorientadas, el PSOE respira tranquilo. El rebelde PSC se ha roto en pedazos. Con este panorama, Mas pondrá en marcha, sin prisas pero sin pausas, su soberanismo de baja intensidad. El concierto económico será la primera parada. Será el primer conflicto con el que gobierne en Madrid. Su rechazo servirá a Mas para agitar las aguas de la independencia, hasta ahora amansadas. Hoy ha ganado el separatismo. No es buena noticia.