Estados Unidos
La Justicia gana puntos por Carmen Gurruchaga
Resulta curioso ver cómo las personas que defienden con aparente convicción un argumento concreto, lo desechan si no les interesa para otra situación diferente. Y me estoy refiriendo a la unanimidad de todos los miembros del Supremo, progresistas y conservadores, en la sentencia de Garzón. Hace unos meses, la izquierda consideraba inapelable otra resolución judicial porque había sido tomada con el consenso de todas las sensibilidades. Ahora, sin embargo, no tienen en cuenta esa circunstancia y hacen una utilización poco edificante del dictamen judicial.
En un país como España, en el que la Justicia está tan politizada que una gran parte de la ciudadanía desconfía de ella, resulta gratificante que los magistrados, en lugar de tirarse los trastos a la cabeza, coincidieran al valorar el derecho a la defensa como un bien jurídico fundamental en un Estado de Derecho y al considerar que privar a un detenido de ese derecho es típico de regímenes dictatoriales y no de gobiernos democráticos. Por eso dictaminaron que Garzón prevaricó al querer conocer, de manera no ajustada a derecho, el contenido de las conversaciones entre defensor y defendido. Y no por querer investigar la corrupción, como dicen esos abogados de causas perdidas que se han situado a su alrededor. Porque el fin nunca justifica los medios si éstos son ilegítimos.
Además, la estadística dice que más del 50 por ciento de los sumarios preparados por este magistrado han sido rechazados por estar mal instruidos y, a pesar de ello, hasta ahora, nadie le había acusado de prevaricar. Quizás esta manga ancha para con sus cacicadas le hiciera creerse impune. Aún le queda la sentencia sobre una investigación para la que podría no tener competencias y la incógnita de los cobros en Estados Unidos.
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