Actualidad

En el rugby como en la guerra

El Ejército entrena a la selección nacional durante el Europeo. «Este es un deporte de invasión», dice el técnico.

En el rugby como en la guerra
En el rugby como en la guerralarazon

De mí depende que ganemos al enemigo. Lo tengo entre mis manos. Mis compañeros cubren mis flancos para que nadie me ataque. Alrededor, gritos, ruido. Ellos se aíslan y no desvían su atención de mí. O no deben. Un despiste de uno solo y operación «offside».

¿El previo a un «drop goal» en un partido de rugby o la desactivación de una mina? Si comparar una misión en Afganistán con un partido puede parecer una burla, la cosa se pone seria cuando se conocen los resultados. Desde que la Escuela de Guerra del Ejército instruye a la selección española de rugby, ésta marca placaje a la victoria de los otros equipos del europeo. Se impuso con un 25-18 contra Georgia. Y a Ucrania los ensayos le llegaron de vuelta: 4-6.

«El rugby es un deporte de invasión», explica Regis Sonnes, entrenador del equipo. Francés, ha sido el importador de la idea, ya que en el país galo, o en Estados Unidos, es habitual que el Ejército intervenga en los entrenamientos. Más de un líder político ha compartido su opinión. Durante la Segunda Guerra Mundial, la selección de Rumanía, una de las más potentes de Europa, fue llamada a filas. Y no sólo por razones fisiológicas evidentes.

La solicitud al Ministerio de Defensa se envió las pasadas navidades y el teniente coronel Agustín Carreño, profesor de Liderazgo del departamento de Estrategia de la Escuela de Guerra, y el también teniente coronel José Antonio Cuevas, del departamento de Operaciones, fueron los elegidos para conservar la moral alta en la tropa deportiva. «Mi general me dijo: tú te ocupas de esto», cuenta Carreño.

«Como cuando me da una orden en Afganistán». La diferencia principal entre los dos escenarios es que en uno pierdes el partido. En el otro, la vida. Pero en los dos hay que imponerse al contrario. Y también la planificación estratégica sobre el terreno es definitiva. No es casualidad que la terminología sobre el terreno sea la misma: fase de conquista, de defensa, de consolidación, cubrir los flancos...

«Imaginaros un Eode (operadores que desactivan explosivos) descentrado porque hay gritos a su alrededor», explica Juanjo Cerezo, psicólogo del Ejército que forma a estos militares. «Un fallo y la bomba le mata». 

A Cuevas y Carreño le han llamado para que instruya a los jugadores en técnica de concentración y cooperación del equipo. En el campo de juego, los gritos y los comentarios son los causantes de la falta de atención. ¿Quién mejor que un torero puede saberlo? El diestro Dávila Miura también ha participado en las clases. «Una palabra de desaliento puede minar tu autoestima», explicó. Y el toro no puede notarlo. Tampoco el adversario. La mirada, los movimientos... También el concepto de honor de un teniente coronel del Ejército Americano pueden servir.

«Es importante que el jugador se identifique contigo», explica Carreño, con el chándal de la selección. «Que no se sienta un número, que tenga valores, que sea buena persona. Como se instruye a un militar». Por este motivo, las primeras clases que impartieron trataron sobre Motivación y Valores, Éxito y Felicidad y Madurez Humana. «Sólo alcanzando estos valores se aprende a valorarse a uno mismo, a motivarse, y a proyectar esa inteligencia individual en el bien del equipo», continúa Carreño. «Al final son teorías de Platón y Aristóteles. El problema es que en España se equipara lo militar con la guerra».

César Sempere, capitán del equipo, cuenta cómo al principio la idea causó escepticismo entre los jugadores. «¿Vamos a la guerra?», nos preguntábamos. Pero nos está sirviendo para darnos cuenta de quiénes somos, de dónde venimos y lo que podemos conseguir. Y, sobre todo, hemos ganado en autoestima». Se ríe cuando se le pregunta si se imagina que el adversario pueda abrir fuego. «La tensión previa es brutal. También tenemos un reloj y tenemos que aportar lo máximo», responde.

Neozelandeses, ingleses, sudafricanos, franceses, georgianos y australianos son las nacionalidades que forman la selección. Al principio, el equipo se sentía desmotivado, no había cohesión. «Nos ha servido para darnos cuenta de que, ante todo, somos un equipo». A por todas.

Para mantener la moral alta
A pesar de que en otros países europeos es costumbre que los deportistas sean entrenados por militares, los jugadores del Toledo Balonmano también estuvieron «militarizados» el año pasado. El presidente del equipo lo acordó con la Academia de Infantería de la ciudad, dados los pocos medios y la escasa moral del equipo. Pensó que era una «buena idea» contar con su apoyo, dada su formación y su disciplina.