Crisis del PSOE
Un partido y Dos Hermanas por José Luis Fernández Peña
La batalla final del PSOE se libra en Andalucía por partida doble. En febrero, la ida, y en marzo, la vuelta. Muchos socialistas van a Sevilla como los madridistas iremos al Camp Nou. Viajo mentalmente a la localidad nazarena, no por su ubicación, en la depresión del Guadalquivir, sino por la otra, por la que atraviesa el PSOE en la víspera de sus «congresillos».
En Dos Hermanas, pata negra del socialismo, puede tomarse también el pulso al partido. Aquí, en las últimas elecciones municipales, el PSOE aventajó en 17 puntos al PP, y cuando un alcalde, con la que está cayendo, aguanta esa ventaja frente a su rival, conviene escucharlo.
Soy de los que piensa que hay que escuchar a alcaldes y concejales como en la canción de Serrat, «De Algeciras a Estambul…». Si prestamos oído a Rubalcaba, que se ha comido el churrasco de Zapatero, y a Chacón, que ayudó a la cocción y a condimentación del guiso, ¿por qué no escuchar a quienes sobrevivieron en la adversidad? Los municipios son también laboratorios de democracia real.
Las recientes reuniones de un ramillete alcaldes socialistas, «los últimos de Filipinas», ponen de manifiesto que en el PSOE hay dos almas: la de los «interioristas» o sastres forever young que diseñan a (su) medida el futuro proyecto del PSOE y los que, pie en tierra, lo proyectan y construyen a diario con sus vecinos. Musas y teatro.
El alcalde de Dos Hermanas ha tomado partido por Rubalcaba y sus palabras se clavan como acero toledano. «La catalanización del PSOE –ha dicho– no es conveniente ni para el partido, ni para Andalucía, ni para España». Su secretaria de Organización clamó por Chacón.
Son muchos los pueblos con voto socialista asentado, también en Cataluña, que soportan mejor el «tea party» del PP, que el «tri-parti» catalán. Es el estigma Chacón. ¿Pecado original? ¿Pecado mortal? La penitencia en febrero.
Lo grave, además de este PSOE derrotado, es que los delegados van a Sevilla pensando más en sus futuros congresos provinciales. Ir a Sevilla, sin perder la silla.
José Luis Fernández Peña
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