Roma
Maruja Carmen y Paca: las últimas folclóricas
Lo cantaba la inmortal Juana Reina: «De las de peina y mantillla, qué pocas vamos "queando"...» Una nostalgia a la que ponía un señorío irrepetible. ¡Qué tiempos aquellos! Son irrecuperables, como el trío de Marujita, Carmen y Paca, que sobrevive a modas, achaques, males incurables o pérdidas de cabeza. Memoria viva de una España que fue exponente artístico de la copla, caras impagables del cine. Y mientras la más que octogenaria Sara Montiel se solaza en Tabarea con el «Fumando espero», este trío encarna la esencia de un arte que tuvo mejores tiempos, pese al descubrimiento actual de Miguel Poveda.Tres épocas, un mismo tiempo, pero distintos estilos: Paquita acaba de afincarse en Sevilla por el tremendo pesar que le ha causado la súbita muerte de Ricardo, su mejor amigo y confidente. Trío único de los que ya no se dan. De la Rico algunos mantienen que fue la cara más importante de nuestro cine. Encarnó las «Mocitas que pierden», repleta de mohínes y poca entidad dramática. Carmen Sevilla fue una de las sonrisas del Régimen. Prototipo de la artista de esa época, prodigaba sonrisas y zalemas que acaso disfrazaban un carácter nada bonacible. Vicente Parra, que la soportó en «La guerrillera de Villa», fue el primero en contemplarlo. Y, la inefable y apayasada Maruja Díaz era la única del grupo que realmente cantaba: «Banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda».
Prosigo con ellas. Qué lío montaron cuando los organizadores de la Expo de 1992 se olvidó de ellas, como de Lola Flores para el «Azabache», donde Rocío Jurado tenía la última palabra, por encima de Gerardo Vera. Formaron un gran alboroto reclamando su sitio como antología de la copla.
Igualito que a veces de la enmudecida Marujita, que parece haber perdido su vitalidad. Parada me lo confirma: «Ya ni se pone al teléfono. Con lo que era ella». Más evidente parece lo de Carmen, aún coleando en «Cine de barrio». Sería su adiós artístico. Paquita anda reducida de físico, antaño tan buena planta, pero la edad no perdona. Mantiene la cabeza y los postizos en su sitio, la elegancia y su «grasia» habituales. Les debemos un gran homenaje ahora que declinan y que padecen los achaques esperables en personas de su edad. A unas las quise bien. Reí con Maruja y la padecí en el inolvidable viaje a Roma. Y me encantó la Rico encarnando a María de las Mercedes. Espero que duren físicamente cuando ya perduran en el recuerdo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar