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Cameron se queda solo en su rechazo al nuevo Tratado europeo

El primer ministro británico, David Cameron, se ha quedado aislado este viernes en su rechazo al nuevo Tratado que prepara la eurozona para endurecer la disciplina fiscal. El resto de Estados miembros de la UE, incluidos Hungría, República Checa y Suecia, ha expresado en las últimas horas su disposición a sumarse al pacto tras consultar a sus parlamentos. > Europa avanza hacia un nuevo tratado de disciplina fiscal sin Reino Unido

Cameron escucha a Merkel durante la cumbre de hoy
Cameron escucha a Merkel durante la cumbre de hoylarazon

"Los jefes de Estado o de Gobierno de Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumanía y Suecia han indicado la posibilidad de formar parte de este proceso tras consultar con sus parlamentos cuando sea apropiado", asegura la declaración final adoptada al término del Consejo Europeo, informa Ep.

Los líderes de la Unión Europea han tenido hoy que resignarse a aceptar una división para poder adoptar las nuevas normas sobre disciplina presupuestaria de la zona euro, ante la negativa del Reino Unido a participar con un tratado de toda la UE.

Si no había segundas oportunidades para salvar al euro tras la cumbre de ayer y hoy, como dijo el presidente francés Nicolás Sarkozy, el resultado no pudo ser más dramático. David Cameron y Angela Merkel se toparon en el camino del plan maestro que tejieron los jerarcas europeos, Herman Van Rompuy y José Manuel Durao Barroso, para atajar de una vez la crisis de la eurozona tras más de un año y medio de turbulencias.


El premier británico fue el gran protagonista de la larga discusión de la noche, que se extendió durante más de 10 horas hasta las 5 de la madrugada de hoy. Cameron se opuso a cualquier reforma del tratado, o modificación de los protocolos, que pedían los socios europeos para caminar hacia el "pacto fiscal", trofeo que querían ofrecer a los inversores como muestra del compromiso de la UE con la disciplina fiscal y presupuestaria. Sabiendo que la UE se encontraba en su momento de mayor debilidad, y que el poder lo tenía en sus manos al requerir unanimidad las modificaciones por las que empujaban Merkel y Sarkozy, Cameron pidió un protocolo adicional al tratado para excluir a Gran Bretaña de la regulación financiera.


Este chantaje, para proteger a su city londinense, fue imposible de tragar para el resto de socios europeos que, tras horas de discusión, terminaron por entregarse a lo inevitable: un acuerdo intergubernamental entre 23 Estados miembros para lograr este pacto fiscal, pero que no tendrá la fuerza legal que impone la legislación comunitaria, con el guardián de la Comisión Europea vigilando su aplicación. "Es tan importante el compromiso político que han dado los Estados como si fuera un acuerdo de los tratados", dijo el presidente Van Rompuy, casi con más intención de convencerse a sí mismo. Suecia y República Checa no contaban con mandato para negociar estas nuevas de disciplina.


Con el flanco del pacto fiscal vulnerable, al defraudar las expectativas, los líderes europeos necesitaban haber cerrado los mecanismos de protección del euro, ya fuera con la puesta en común de la deuda de los socios del euro (eurobonos), o la involucración del BCE el fondo de rescate permanente. Pero Merkel se impuso en el camino de ambas iniciativas, logrando aplazar la discusión de la primera hasta junio del año que viene, y orillando la transformación del fondo en entidad bancaria, para que pudiera así acceder a los fondos ilimitados del eurobanco y blindar al euro. Como compensación, acordaron una contribución adicional al FMI de 200.000 millones para que pueda ayudar a más socios en apuros del euro.


Las caras largas con las que llegaron los líderes, ante las enormes diferencias que los separaban no sólo en el fondo del acuerdo para reformar los pilares de la unión monetaria, sino sobre todo en la forma (reforma a través de legislación secundaria o de los tratados), fueron rostros de derrota en la salida. Como resultado, se llevaron en las carteras este pacto fiscal que abrió la discusión, y que ya vino bastante tejido al seguir las líneas del acuerdo francoalemán de esta semana:


Regla de oro:el déficit estructural no podrá superar el 0,5% del PIB, pudiendo ser mayor para aquellos países que tengan una deuda inferior al 60% del PIB (la española es del 69% del PIB). La regla deberá ser incluida en las constituciones de los socios del euro.
Mayor automatismo: las sanciones serán automáticas para los Estados miembros que sobrepasen el 3% de déficit, al menos que una mayoría cualificada de los países del euro lo bloqueen.


Supervisión presupuestaria y de países en apuros por parte de la Comisión Europea, como se propuso en dos reglamentos el pasado mes. Además, las "grandes reformas de un Estado de la zona euro en política económica deberán ser discutidas y coordinadas"entre todos los socios.


Los líderes abandonaron la cumbre conscientes de que la enésima cumbre definitiva para salvar al euro se había convertido en un bochornoso fracaso. Pero esta vez, como también dijo Sarkozy horas antes de empezar, "el tiempo se estaba acabando"con unos mercados que ahogan y una recesión que ya asoma. Hoy tienen la segunda parte del partido para poder arreglarlo. Por su parte, Cameron explicó que las condiciones del nuevo tratado para reforzar la disciplina fiscal en la zona del euro eran "inaceptables"para la adhesión del Reino Unido, al no haberse aceptado salvaguardas especiales para el sistema financiero británico, informa Efe. En una comparecencia posterior a la primera sesión del Consejo Europeo, Cameron se ha mostrado "feliz"de no pertenecer al euro. No obstante, ha deseado que los países de la zona del euro puedan "resolver sus problemas"y ha opinado que parte de los acuerdos adoptados hoy pueden contribuir a ello.