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«Boleros» a todo riesgo

Desde hace unos años, algunos portadores de droga optan por ingerir la droga en forma líquida. El método es menos detectable, pero más peligroso

«Boleros» a todo riesgo
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BARCELONA- Por todos es conocida la creatividad de los traficantes de droga a la hora de idear métodos para procurar franquear los controles aduaneros de los aeropuertos sin que la mercancía sea detectada, pero en ocasiones el encargado de transportar esa sustancia asume unos riesgos que van más allá de la simple posibilidad de ser detenidos.
De sobra conocidos son los «boleros», quienes ponen en serio peligro su salud al ingerir bolas de droga para después transportarlas en su organismo. Pese a que habitualmente éstos trafican con droga en polvo, desde hace un par o tres de años, se ha detectado una nueva tendencia que, si bien hoy en día sigue siendo muy minoritaria, aumenta considerablemente el riesgo que corre el bolero: se trata de la ingestión de droga líquida para su transporte.
El principal motivo por el que algunos traficantes han optado por esta nueva práctica es la creencia de que la droga en estado líquido no es detectable, lo que es del todo equivocado. «Es cierto que no se distinguen con mucha claridad y a veces se pueden confundir heces o con gases, pero tenemos radiólogos especializados que saben detectar cuerpos extraños o anomalías, en cuyo caso, si no se ve lo suficientemente bien por radiografía, se hace un escáner que nos saca de dudas», explica el alférez Cabello, de la Unidad Fiscal de la Guardia Civil del aeropuerto del Prat en Barcelona. En estos casos, la droga se transporta en el interior de un preservativo de látex, adquiriendo un aspecto y una fragilidad similar a la de un globo de agua, lo que aumenta significativamente su peligrosidad respecto a la droga en polvo, que normalmente va empaquetada con varias capas de cinta canela. Asimismo la maleabilidad de estos paquetes de droga líquida permite transportar una mayor cantidad de sustancia en el organismo, siendo la media de unos 1300 o 1400 gramos – mientras que en el caso de la droga en polvo suele ser de unos 750 gramos– lo que incrementa todavía más el riesgo que corre el bolero.
En lo que respecta al patrón de conducta de un portador de droga líquida y al protocolo de actuación de los agentes de la Unidad Fiscal de la Guardia Civil aeroportuaria, no difiere en nada con la de los «boleros» al uso. A la hora de detectar a estos transportadores de sustancias prohibidas, los agentes tienen en cuenta varios parámetros. Por un lado, tienen en consideración el perfil y el destino del viajero. «Los boleros suelen ser varones de origen latinoamericano de entre 20 y 45 años y de un estrato social bajo», describe el alférez Cabello, quien asimismo destaca que «habitualmente se siguen con más atención los vuelos llamados ‘calientes', que proceden sobre todo de países latinoamericanos, pero en los últimos años también se está viendo una tendencia de personas que entran en Europa por Lisboa y Roma, por ejemplo».