Investigación científica
Educación para crear
No se puede educar bien cuando uno está cansado, harto, enajenado. Y los profesores tienen muchos motivos para estarlo. No son los niños y las niñas los que más les cansan, no, es el propio sistema social y educativo el que les lleva a resentirse, de la voz, de la vocación, del alma. Es este sinsentido en el que andamos caminando, con enseñanzas caducas, criaturas caprichosas, padres culpabilizados, lo que les está provocando llegar al límite. Ya está bien. Ahora sólo falta que se diga que los maestros y profesores trabajan menos que otros. ¿Y la responsabilidad? Nada es más delicado que formar personitas. Nada más importante. Y resulta ya insufrible la falta de respeto que tienen las gentes hacia las personas que dedican su vida a las causas grandes. La ideología dominante ha perdido el juicio y, con su obsesión compulsiva por considerar la economía la esencia de la vida, vivimos dedicados a adorar el becerro de oro y nos olvidamos de lo primordial: la salud, la paz, la capacidad para crear, la dignidad humana. Es escalofriante oír a los políticos y sus corifeos usar ese lenguaje burocrático, oscuro, incomprensible para la razón. Porque es vacuo. Porque parte de unos cimientos falsos, de unos valores que nos están llevando al abismo. Hay que poner los recursos en lo importante, lo contrario de lo que se está haciendo. Hay que reforzar la sanidad, la cultura, el medio ambiente y la educación, por supuesto. Pero una educación nueva de verdad en la que todos, incluidos los ciudadanos de a pie, estemos comprometidos; una educación basada en la creatividad y no en la mecánica. La creatividad, lo que verdaderamente nos diferencia de los animales. Lo intrínsecamente humano.
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