Crisis económica
El caballo
Hoy 29-S, huelga general. Su resultado, incierto. La situación, en sí misma, compleja. No es una huelga para redistribuir mejor la riqueza, es un paro de resistencia para evitar un retroceso del bienestar. Ahí está el dilema. Más de cuatro millones de parados no podrán ejercer su derecho a protestar. No tienen empleo. El Gobierno hubiera no querido aplicar estas medidas pero la necesidad obliga. Las exigencias de los mercados no dejan margen. O hay recortes, o no hay créditos. Y los créditos son básicos para salir del pozo, mejorar la economía y generar puestos de trabajo.
Así las cosas, la huelga es necesaria pero, quizás, inoportuna. El país se paralizará. La vida cotidiana no. Nada que ver con 1988. Será una huelga masiva, pero no unánime. Los sindicatos demostrarán su fuerza. Superarán el ataque sin piedad, sufrido en las últimas semanas, que los dibujaba como una lacra que cabía extirpar. La sociedad demostrará su perplejidad.
Sin embargo, el 29-S, no es sólo una huelga. Es un claro aviso al Gobierno. La base social que le votó se distancia de Zapatero. Sigue la estela de una buena parte de las clases medias. El PP saca pecho, y con razón. Las encuestas le son halagüeñas. El desgaste, mínimo, y eso que el líder tiene los pies de barro. Apenas concreta propuestas. A buen seguro, no tendrían buena acogida. Los mercados seguirán ahí. La necesidad también le obligará.
El 29-S debería provocar reflexiones en Moncloa. El panorama electoral está sombrío. Hay desencanto, desapego... ¿Hay una posibilidad? Sí, cambiar de caballo a mitad de carrera. Si no hay cambio, la partida está perdida de antemano. La política requiere de altura de miras. Veremos.
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