Literatura

Barcelona

Matar a un poeta

La Razón
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No se suele hablar de poesía en los medios. Siempre parece que corren malos tiempos para la lírica. Y es un error. Cuando la poesía es noticia es, en ocasiones, por motivos extraliterarios. El último de ellos es el asesinato en Ciutat Vella del poeta Salvador Iborra.

Cuando leo sobre el suceso, una muerte absurda, acuchillado tras intentar recuperar la bicicleta robada a un amigo, no puedo evitar acordarme de otro crimen, el de Pasolini. Cuando el poeta fue asesinado en un oscuro crimen, Alberto Moravia dijo que «ante todo hemos perdido un poeta y no hay muchos poetas en el mundo. sólo nacen tres o cuatro cada siglo (...) Con él hemos perdido un testigo constante de las contradicciones de nuestro tiempo, que trataba de provocar reacciones activas y benéficas en el cuerpo inerte de la sociedad».

Esas palabras, tan llenas de bondad y rabia por el crimen, son aplicables hoy a Iborra. Admito que no lo conocí, que no encuentro sus libros –¿por qué no se reedita?–, pero los pocos versos que aparecen ahora reproducidos en artículos son de gran calidad. Es lo propio de alguien que ha encontrado su yo poético.

Mal año llevamos en el que también mataron a tiros a otro poeta como era Facundo Cabral, otra desaparición estúpida porque los sicarios que lo acribillaron buscaban a otra persona.
Los poetas son las víctimas frágiles de las letras, como le pasó a Lorca, Hernández, Hinojosa o Jacob. Pena da que este absurdo también esté en Barcelona y que se paseara por las calles de Ciutat Vella para robar la vida a un poeta.