Literatura

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Autorretrato por José Luis Alvite

La Razón
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Es cierto lo que alguna vez comentó en Onda Cero mi querido y admirado Lorenzo Díaz respecto de que he convertido en una tradición mi costumbre de no asistir a las cenas que el editor de mis libros organiza contando con mi presencia. No es algo de lo que pueda presumir, ni me importa mucho que eso diga poco en mi favor. El de la pereza es uno de los pocos esfuerzos a los que reconozco haberme entregado con verdadero ahínco. También he cultivado siempre la imprevisión y el desorden, y aunque el caos es en cierto modo enemigo de la esperanza, puedo asegurar que sé muy bien dónde tengo cada una de las cosas que haya dado por perdidas. Reconozco que la suerte ha compensado mi desorden en muchas ocasiones, como durante los nueve largos meses que circulé llevando pinchada en el maletero la rueda de repuesto o los veinte años en los que recorrí cerca de un millón de quilómetros teniendo caducado el carné de conducir. Se me ha dado bien el descuido, mucho mejor de lo que reconozco que se me ha dado planificar mi vida. La verdad es que a veces la gente que cree conocerme atribuye al aplomo lo que es sólo una mezcla de pereza, estoicismo y esa pizca de catarro que tienen los hombres que se han pasado media vida almorzando con dos familias distintas y cambiando de cama en mitad de la noche. A pesar de los correctivos que sufrí por culpa de mi mala vida, no tengo motivos para quejarme. Pensando en evitar las incomodidades del éxito he sido tan constante como para no perder mi sitio en la barra del garito fui capaz de controlar cada noche las ganas de mear. Me gustan las mujeres derrotadas, los dioses difamados y los hombres vencidos. Y la verdad es que sólo presumo de ser el columnista que más veces no ha leído a James Joyce…