Disturbios
Indignados sin vergüenza
Lo que comenzó como un movimiento de protesta pacífico ha derivado en algo totalmente opuesto. Durante la manifestación que organizó ayer el 15-M, muchos de los indignados hicieron una demostración de falta de civismo a lo largo de todo el recorrido, desde Atocha hasta Sol.
Debido a que cambiaron el itinerario de la marcha –estaba previsto que subieran por la calle Atocha hasta la plaza de Jacinto Benavente y luego por Carretas hasta el kilómetro cero– la manifestación discurrió por el Paseo del Prado. Al llegar a Cibeles, aprovecharon para hacer pintadas en la fachada del Banco de España con las palabras «culpables» y «usureros», además de dejar impresas manos rojas por toda la pared. Pero eso no les pareció suficiente y cruzaron de acera para hacer algo similar en la puerta del Cuartel General del Ejército. Allí, varios miembros del 15-M escribieron con un espray la frase «manchado de sangre» y colgaron una pancarta que arremetía contra los medios de comunicación, los políticos, el sistema judicial y la educación. Mientras, algunos de sus compañeros aplaudían y otros decidían desnudarse y tumbarse en el suelo en señal de protesta por la falta de recursos económicos que tienen los jóvenes. Parece que los «indignados» le cogieron el «gustillo» al espray rojo y decidieron demostrar su arte pintando todos los carteles de los ministerios que se encontraban a su paso, así como los cristales de los bancos. Otros, optaban por subirse a las farolas o a los andamios de un edificio en obras de la Puerta del Sol, donde colocaron varios carteles.
Tan sólo dos meses después de su nacimiento, el 15-M tiene muy poco que ver con lo que era al principio, cuando ellos mismos impedían a los más rebeldes que destrozaran el mobiliario urbano. Ahora los destrozos son celebrados con una ovación, sin tener en cuenta el gasto que suponen.
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