Historia

Sevilla

Todas las caras de la Falange

Una vida en imágenes. En fotos. Luis E. Togores y Gustavo Morales ponen rostro a los hombres y las mujeres de este movimiento en «Falangistas», que estudia la historia de esta organización hasta los 70.

estampa civil La población celebra la liberación de Bilbao con el brazo en alto. En primer plano, un falangista
estampa civil La población celebra la liberación de Bilbao con el brazo en alto. En primer plano, un falangistalarazon

Hace tiempo, quizá bastante, un profesor improvisó de repente una pobre excusa ante sus recientes alumnos por aquel vacío notorio que existía entre los anaqueles de la biblioteca: «No hay una gran biografía sobre Fernando VII, como las que se han publicado, por ejemplo, de Felipe II, porque es una figura impopular que nadie quiere estudiar». Para aproximarse al pasado muchas veces hay que sobreponerse al tiempo, a la época y, en algunos casos, a las filias y las fobias que a veces gobiernan el ánimo. En el historiador Luis E. Togores existe una tendencia hacia la historia polémica, la historia que, por distintos motivos, nadie quiere hacer o acercarse a ella. Abordó las biografías de tres militares señalados: Millán Astray, Muñoz Grandes y Yagüe; y un libro que se vendió mucho, más de 10.000 ejemplares, y que recopilaba la historia gráfica de aquella División Azul que se marchó, o se envió, a Rusia para que su recuerdo quedara enterrado entre el fuego de las batallas y la nieve.

«En realidad, estoy especializado en Política Exterior de España en Extremo Oriente. Desde Cuba a Filipinas. Pero un día tuve acceso a los archivos de todos estos generales africanistas. ¿Qué vas a hacer? Hay quien lee mis libros con sesgos, como si fueran algo político. Para mí simplemente es historia, que cada uno lo interprete como quiera. Todos tenemos un abuelo o un bisabuelo en un lado y en el otro. Lo que yo hago ayuda a conocer nuestro pasado y a que asumamos todo lo que ha ocurrido».

Luis E. Togores, junto a Gustavo Morales, aborda ahora otro libro que va a dar conversación a bastantes personas: «Falangistas» (Esfera de los libros). «Los fascistas fueron los culpables de la Segunda Guerra Mundial. Después de esa época y de la derrota del Eje, la Falange Española queda fuera de juego. Perviven en España, porque Franco resulta aquí el vencedor de la guerra y él no puede prescindir de ellos. El régimen no puede eliminarlos». El historiador explica el origen de esta controvertida relación que perdurará hasta los setenta: «A partir de 1943, los falangistas suponen una carga política para la dictadura. Franco no los ve con simpatía. Si Italia y Alemania hubieran ganado, es verdad que la mancha azul de sus camisas hubiera teñido el mapa de toda España. Pero a partir de la derrota de los nazis en la ciudad de Stalingrado comienza a retroceder esa mancha. Franco irá limando sus aristas más duras hasta convertirlas en un canto rodado. Se da cuenta de que no puede tener en España a gente con aspecto de juventudes hitlerianas, una mezcla de fascismo y de "boy-scout". Y va eliminando los grandes uniformes y el saludo con el brazo en alto. Lo que él hace es mantener un equilibrio entre los fantasmas interiores que perviven y la política exterior que está haciendo. Y le sale bien. Lo normaliza. Hay que pensar que el único insulto universal que perdura todavía en todas las naciones es fascista. Franco se dedica a quitar fuerza a la Falange».

Intelectuales

A pesar de esos nombres de relumbrón, los que saltan a la memoria cuando se piensa en los fundadores de este movimiento, el grueso de la militancia de Falange estaba compuesto por clase media baja junto a algunos pequeños propietarios agrícolas. «No es gente de dinero.

También había estudiantes jóvenes. Hay que pensar en la década de los años treinta, el fascismo era una especie de vanguardia intelectual. Por eso se sumaron nombres como Giménez Caballero, Ramiro de Maeztu, Dionisio Ridruejo o Miguel de Unamuno, que coqueteó durante un tiempo con esta ideología. Aunque también es verdad que serán los intelectuales los primeros en abandonar la Falange. La mayoría de los hombres afiliados no son de izquierdas ni de derechas. Son católicos, que es lo que les une a la derecha; y a la vez tienen una conciencia social que los vincula a la izquierda».

Este punto de la Falange fue, precisamente, el que aprovechó el régimen durante sus cuarenta años de existencia. «Tenían ese aspecto social que la derecha no tenía entonces. De hecho, en los cincuenta y en los sesenta fue, debido a estas ideas, cuando se crea la seguridad social, los puntos para las familias numerosas, el seguro por enfermedad, las viviendas sociales y el subsidio de invalidez, entre otras cosas».

La historia entre Franco y la muerte de José Antonio Primo de Rivera está empañada por la temprana muerte de este último y la posibilidad de un posible cambio para salvar su vida. «No hay documentos determinantes para afirmar ese punto. Sin lugar a dudas, a Franco le viene bien. Pero como también le benefician las muertes de Sanjurjo y de Mola, y no tiene nada que ver en ellas. Primo de Rivera es fusilado en noviembre de 1936. Franco, en esas fechas, tiene muchas preocupaciones todavía en la cabeza. Ya ha fracasado en sus asaltos a Madrid. No ha pensado todavía en ser caudillo de España por 40 años. Todavía quedaban unos meses para que asaltara el poder, que fue en abril del 37. Y. con franqueza, no le veo yo creando un movimiento ajedrecístico de semejante envergadura y de tanta anticipación». Togores, después, señala: «A José Antonio, la izquierda le tenía ganas. De su último delito fue absuelto y al final le imputan otro delito. Le han quitado la licencia de armas, pero como no ha devuelto las que tenía, entre otras cosas, porque no había tenido tiempo, estaba encerrado en la cárcel, le vuelven a acusar».

La historia de la Falange se divide en dos etapas distintas. La que va de 1939 a 1945; y la comprendida entre 1945 y 1975. «Perdió su tiempo histórico en los 40, pero todavía quedan algunos que colean. Hay que tener en cuenta que también los falangistas son algo cainitas.

La izquierda era, en este sentido, más marcial. El símbolo de la falange del haz va contra lo que eran en realidad. Siempre han estado dividiéndose, en guerra civil entre ellos mismos, con escindiéndose. Hasta la actualidad», explica Togores. El uso que hizo el franquismo de la Falange propició que en aquellas filas crecieran personalidades esenciales con posterioridad. «Después hubo una generación de hombres que no habían vivido la guerra. Los jóvenes quieren o necesitan una ideología y el franquismo no la tenía. La Falange la proporcionaba.

Con los años surgen unos falangistas atenuados. Una corriente que se ha estudiado y que son los falangistas democráticos, y que es casi una contradicción, porque eso es como el aceite y el agua». Togores menciona políticos y periodistas que estuvieron en algún momento vinculados a esta organización, como Fraga, Suárez, Rosón, el cantante Víctor Manuel o el hermano de la escritora Almudena Grandes. «Era lo normal. Los que tienen ahora una edad adulta empezaron hace treinta años. Era el camino para iniciarse en la política o el periodismo. Hay que recordar que la mayoría de los diarios estaban controlados por el movimiento», aclara Togores. El último episodio de la Falange, para el historiador, es el que desempeñó en el 23-F: «Durante la Transición se les demonizó. Pero es que también es cierto que intentaron torcer la historia. Ellos estaban involucrados en la trama civil del 23-F. Es el otro grupo que conspira con los militares. Esas gentes son de ideología falangista».


Escritores, emprendedores y políticos

- AGUSTÍN DE FOXÁ
Su vinculación es bastante clara. Tanta que hace poco, una edil de Izquierda Unida de Sevilla impidió que se celebrara en un centro cívico municipal un congreso sobre su faceta literaria, solamente por sus ideas políticas. A pesar de esta polémica, el acto se celebró. La fiscalía tuvo que tomar partido y, al final, inhabilitó a la edil.

- JOSEP PLA
Genial y polémico. Nadie cuestiona el valor que contiene la ingente obra que dejó detrás el escritor catalán Josep Pla. Su legado está fuera de toda duda, aunque sus ideas políticas, en la actualidad algo más olvidadas, le marcaron mucho en su momento. El libro de Luis E. Togores y Gustavo Morales incluye entre sus páginas un retrato de él.

- J. A. SAMARANCH
Juan Antonio Samaranch, que alcanzó los puestos más altos del Comité Olímpico Internacional, aparece en este volumen en un acto de la Falange, como tantas personas que crecieron durante el franquismo. Era algo corriente. Martín Villa o Adolfo Suárez estuvieron en la Falange y luego fueron esenciales para traer la democracia.

- MANUEL GRANDES

El hermano de la escritora Almudena Grandes es otro de los rostros que aparecen en este título. Se le ve en una fotografía entre varios militantes que se han reunido en la sierra de Alcubierre para conmemorar los combates que protagonizaron allí las tropas falangistas durante la Guerra Civil española.