Manuel Fraga

Puños en alto para celebrar la muerte de Fraga

Estudiantes de la UCM celebran un acto en el campus de Somosaguas para exigir que se juzgue al fundador del PP. Con el lema «ni olvidamos, ni perdonamos» guardaron un minuto de silencio en el hall de la Complutense «por los asesinados» 

Puños en alto para celebrar la muerte de Fraga
Puños en alto para celebrar la muerte de Fragalarazon

MADRID- El pasado lunes se recordó la muerte de Manuel Fraga en la Universidad Complutense, en el campus de Somosaguas. Pero no fue un homenaje al político clave de la Transición –como se le ha recordado de forma unánime–, sino un juicio sumarísimo al papel que jugó sólo como ministro del franquismo. Bajo un cartel en el que se critica la muerte «impune» de Fraga como «responsable del asesinato de trabajadores y estudiantes», varias decenas de alumnos tomaron el hall de la Facultad de Ciencias Políticas para realizar un minuto de silencio en homenaje a las «víctimas del ministro de la dictadura».

Según se puede ver en un reportaje realizado para «TeleK», que ya tiene cerca de 6.000 visitas en YouTube, los promotores del acto, cuyas edades no superan los 25 años, aseguran que «no pueden pretender que los demócratas lloremos su muerte» y reivindican que se recuerde al fundador del PP como un «represor».

Igualmente, los estudiantes consultados en el reportaje advierten de que «ni perdonamos ni olvidamos» y borran cualquier mérito en la Transición, al considerar que su trabajo como ministro del régimen anula los más de treinta años que Fraga dedicó a la política tras la muerte de Franco. Algunos, incluso, aseguran que fueron «los trabajadores los que lucharon para traer la democracia que tenemos ahora».

 Sin embargo, este hecho no es excepcional en la Complutense, donde el pasado mes de septiembre se inauguró un monumento de homenaje a las Brigadas Internacionales. Además, el campus de Somosaguas ha sido protagonista de varios sucesos protagonizados por grupos radicales. Hace unos meses, en abril, el Rectorado de esta universidad pública se vio obligado, tras aparecer la noticia en la prensa, a retirar una pancarta de apoyo al etarra Troitiño. Unos días antes, un grupo de mujeres irrumpieron en la capilla de este mismo campus para protestar contra el hecho de que haya un templo en el centro y se quitaron la ropa en el altar.

Debido a este suceso, Manos Limpias denunció a siete de los participantes por un delito de atentado contra la libertad religiosa y coacciones. A diferencia de la pancarta proterrorista, el entonces rector, Carlos Berzosa, sí investigo el incidente de la capilla que, entre otros, suscitó la protesta del ministro de Educación, Ángel Gabilondo, catedrático de la Complutense.

Asimismo, en octubre de 2010, la diputada y líder de UPyD, Rosa Díez, acudió a la facultad de Políticas para realizar una conferencia y fue recibida con abucheos y «tarjetas rojas». Se da la circunstancia que dos años antes, Díez vivió un incidente similar cuando acudió para una charla en el mismo centro.

Libertad de crítica
En 2008, Josep Piqué también fue víctima de los abucheos e improperios de los estudiantes a su llegada a la facultad de Ciencias Políticas donde también iba a impartir una conferencia. En YouTube se puede ver también como, días después del encuentro con Rosa Díez, un estudiante le pregunta a Cayo Lara, líder de Izquierda Unida, por qué a él le dejaban dar su charla con tranquilidad mientras que a la diputada de UPyD no se lo habían permitido. Esta pregunta fue coreada con abucheos y presentada como «bienvenido a Somosaguas la dictadura totalitaria». La respuesta del secretario general de Izquierda Unida fue digna de Poncio Pilatos, ya que abogó por que haya representantes de todas las ideas políticas pero también reconoció el derecho de protestar y criticar.

Cualquiera que se acerque por la universidad puede ver todo tipo de carteles de apoyo a grupos antisistema, izquierda radical y contra los políticos de derecha. En internet se pueden encontrar grupos tocando en los pasillos y críticas de estudiantes que, lejos de identificarse con una ideología concreta, se quejan de que «hay más gente en los pasillos que en las clases» o que «no se puede ni opinar sobre otra opción política que no sea la mayoritaria».