Génova

El PP insta al Gobierno a someterse a la confianza del Congreso

Ahora tampoco toca. A Mariano Rajoy no se le pasa por la cabeza la posibilidad de presentar una moción de censura contra el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Ni siquiera que CiU juguetee con esa opción o que IU sostenga que no ve razones para agotar la Legislatura le han animado a barajar esa hipótesis.

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«Tenemos el apoyo mayoritario de las urnas y no lo vamos a someter al arbitrio de lo que en un momento dado pueda venir bien a las minorías parlamentarias», sostienen en la dirección popular. A Rajoy le está yendo muy bien con su estrategia y no la va a modificar ni en una coma. Por eso dispara a córner cuando el balón no va en la dirección que él quiere y sustituye la moción de censura por la moción de confianza, como ya ha ocurrido en ocasiones anteriores en esta Legislatura cuando encima de la mesa también ha estado este debate.

La pionera en tirar el balón hacia esa esquina fue la portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, que ayer volvió a insistir en el mensaje. Ahora que ha quedado claro que el Gobierno no tiene ni el apoyo ni la confianza de las urnas, Rodríguez Zapatero «debería someterse a una cuestión de confianza para comprobar si continúa teniendo el apoyo suficiente en el Parlamento para seguir gobernando», defendió ayer tras la reunión de la Junta de Portavoces de la Cámara Baja. La moción de censura la presenta la oposición, la de confianza la promueve el propio Gobierno, cuestión no menor.

Sáenz de Santamaría lamentó que el presidente del Gobierno desoyera hace casi un año la petición de Rajoy de que adelantara las elecciones previstas para marzo de 2012, lo que habría ayudado a que hoy la situación económica y política «fuera muy distinta». «Los ciudadanos han retirado la confianza al Gobierno y por eso este es el momento más indicado para que el PSOE muestre si tiene los apoyos necesarios en el Parlamento para seguir gobernando con estabilidad», insistió. El PSOE replicó retando al PP a presentar la moción de censura y a desvelar su «programa oculto, que es radicalmente antisocial», informa Efe.

Al PP no se le escapa que el resultado del 22-M, y el «olor a muerto del Gobierno», ayuda a que las minorías empiecen a recolocarse ante un nuevo tablero político en el que La Moncloa cambie de color. Los populares apuntan a CiU y a Coalición Canaria, por ejemplo. De esta última dan por descontado su apoyo si ganan las generales, con independencia del proceso de negociación que está abierto ahora mismo en el archipiélago canario por el ajustado resultado que dejaron las urnas –empate a 21 escaños entre CC y PP, aunque estos últimos son la lista más votada–. En Génova creen que el PNV puede ser el que más aguante como costalero del Gobierno, siempre que así le interese para su objetivo de recuperar Ajuria Enea. Pero también dan por descontado que IU no quemará sus opciones de cara a las generales haciendo de carreta del PSOE en lo que queda de Legislatura.

En este escenario, el PP se sienta a ver cómo evoluciona la «descomposición» socialista velando armas y con la maquinaria electoral preparada, porque no descarta que el adelanto venga propiciado no por la situación económica, sino por la necesidad de Ferraz de acortar la sangría de votos que desencadenaría un proceso de ruptura interno. «Si no son capaces de controlar la crisis interna, el escenario está completamente abierto y hay que estar preparado para todo», sostenían anoche en Génova.

En tanto se despejan esas incógnitas, ellos han tomado ya una primera decisión con respecto a todos los gobiernos autonómicos y locales que han recibido en herencia del PSOE el 22-M: sus presidentes y alcaldes levantarán las alfombras con «luz y taquígrafos» y encargarán auditorías internas para conocer la situación exacta de sus finanzas, consejería por consejería. En campaña, el candidato extremeño, José Antonio Monago, ya adelantó en una entrevista con este diario las sospechas de su partido sobre la situación real de los balances autonómicos y locales. «No nos van a dejar ni alfombras que levantar», defendía entonces. A partir de esta decisión de carácter nacional, es previsible que en los próximos meses empiecen a conocerse números económicos que no ayuden a mejorar la maltrecha confianza de los mercados.