Lima

Faltó cepillo

La Razón
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Antes o después de que venga el Papa se abrirán las urnas en Cataluña. Las elecciones las ganará Artur Mas. Y Montilla, salvo milagro para él, habrá de hacerse a un lado porque de la experiencia tripartita sale el PSC escaldado. La alianza de la izquierda sirvió para darle un giro a la historia, no tanto del país como de Convergencia Democrática. Pero tanta energía dedicada a apagar fuegos y fingir coherencia de gobierno ha impedido que llegara a fraguar un proyecto serio. Cuando los socios se vigilan, el gobierno no es uno, sino trino. El mayor mérito de Montilla es haber aguantado una legislatura plena. Con nueva alianza sociovergente, o con CiU gobernando en minoría, el Estatut pasará a ser parte del paisaje y decaerá su condición de argumento central del debate político en Cataluña. Conocido el fallo del TC, y a falta del menudeo de la sentencia íntegra, cabe concluir que el Estatut no era el caballo de Troya secesionista que denunció el PP, bien es verdad que las Cortes se quedaron cortas con el cepillo. Los ebanistas del Congreso que presumieron de haber dejado el texto limpio como una patena se dejaron algunas vetas sin lijar. Los diez negritos del TC no han tirado de motosierra ni de escofina. Les ha bastado la lima para redondear aristas y alumbrar un texto rehecho, y reinterpretado, que pase la criba. En expresión atinada de un dirigente socialista, «no era constitucional ¡por poco!». El balón rozó el palo y hubo que rebajarle el diámetro para que entrara. El PP vio inconstitucionalidades donde no las había (el modelo educativo, singularmente), pero también vio algunas que sí estaban. La versión obtusa que el gobierno central ha dado de la sentencia –indolora, incolora e inocua– es impropia de quien debiera anteponer el pincel fino a la brocha. Esto de medir la constitucionalidad al peso es novedoso. Dado que ha pasado el examen el 95 por 100 del texto, «¡el Estatut ha sido refrendado!» De la Vega y Caamaño repiten a coro que sólo un artículo ha sido declarado inconstitucional, ¡sólo uno!, porque el resto de anulaciones corresponden a expresiones o incisos. Admito que ellos saben más de técnica jurídica que yo de aquí a Lima, pero no alcanzo a entender cómo se puede modificar (reformular) el texto de un artículo sin modificar el artículo mismo. ¿Cabe amputarle una falange al dedo índice y pretender que no se ha recortado en nada la mano? En el discurso político, sí, pero en la vida real, a la mano le falta un trozo. La coherencia, esta vez, está del lado de Mas y Montilla. Ellos siempre dijeron «¡no admitimos que le toquen ni una coma!». En coherencia, se han rebotado porque se la han tocado. Nunca plantearon la sentencia en términos de tanteo. Era todo o nada. Y como no ha sido todo, reaccionan como si hubiera sido nada. Aunque haya sido casi todo. Escampará. Habrá elecciones, antes o después del Papa, ganará CiU y bajará Esquerra. Se aplicará el Estatut recepillado y los magistrados caducos, sin hacer ruido, se irán largando a sus casas.