Enfermedades
Bibiana y las tetas
Tiene razón el maestro Ussía al decirle a Aído que con determinados asuntos es mejor no frivolizar. Conclusión que uno saca cuando la ministra igualitaria se pone a comparar el aborto con «ponerse tetas»(sic). En el fondo de la expresión subyace el mensaje de que abortar es algo simple y rutinario que cualquier niña o mujer puede hacer con facilidad, similar al hecho de entrar en una farmacia para comprar y tragarse la píldora hormonada del día después, en un body-spa para arreglarse las uñas o alisarse el cabello, o en una clínica de estética para aumentar las nalgas, resaltar los pómulos, abultar los labios, tallar la nariz, alargar los dientes o hacerse una liposucción o una mentoplastia. O para «ponerse tetas», como dice Bibiana. La gravedad del mensaje no viene sólo por la banalización del aborto, sino también por la alegría con que la ilustre miembra se refiere a asuntos que tienen más trascendencia de la que nuestra ministra se puede imaginar. Y es que las operaciones de estética dan a veces resultados exitosos, pero son origen igual de traumas importantes que dejan marcadas a muchas niñas y mujeres. De ahí que más que hablar con desparpajo de «ponerse tetas», lo que uno espera de una autoridad del Ejecutivo es que advierta a las adolescentes de lo importante que es abordar este tipo de operaciones quirúrgicas con seriedad, habiéndose informado antes de las precauciones y las complicaciones. Que no son excepcionales, por otra parte. Sobre todo si quien se opera las mamas no elige bien el cirujano o el centro médico, dado el alto nivel de intrusismo que hay en este ámbito y los espantosos errores que se cometen en algunas mal llamadas clínicas. Las complicaciones pueden ser más frecuentes de lo que parece, y van desde infecciones difíciles de curar por el hecho de implantar un cuerpo extraño en los senos, hasta cicatrices hipertróficas o queloideas, contracturas capsulares alrededor del implante, cicatrices gruesas y rojas, hematomas por sangrado, dificultades en la curación de heridas por acumulación de líquidos, suturas tensas, implantes muy grandes, diabetes, necrosis por falta de riego en la piel, etcétera. El desinchado de la prótesis, que es lo que le ocurrió a la dama que cita Ussía tras estallarle la «teta derecha» durante un vuelo, ocurre a veces con las prótesis de suero, y es habitual también en accidentes de tráfico o caídas. Pero, además, y sin ánimo de asustar, entre las anomalías detectadas, muchas veces por negligencia, se encuentran casos de implantes previamente usados en otras mujeres, operaciones en personas que aún no tienen la edad recomendada (por ejemplo, 16 años, pues el organismo está aún en formación), el abandono dentro del tejido de hilos que se pudren con el tiempo en la masa fibromuscular, o daños colaterales por el aumento de los pechos, tales como pérdida de verticalidad en la columna al no soportar bien la espalda el aumento de peso, o la sensación de frío en la zona mamaria por el efecto producido por las bolsas de caucho fluido. Se cree que por estas y otras razones que no menciono por carecer de más espacio, las cirugías de mama se relacionan con un aumento de los problemas psiquiátricos que en ocasiones conducen al suicidio, según estudios del Instituto Rockville de Maryland y la Universidad de Vandervilt de Nashville. Tal es la seriedad del tema, querida Aído.
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