Cómo ser David Lurie

Cuando Coetzee escuchó la propuesta de una adaptación cinematográfica de su novela «Desgracia» puso una sola condición: «Podéis hacer una versión corta que tengo que aprobar. Si no me gusta, habréis perdido vuestro tiempo y dinero». Por fortuna, al Nobel le gustó el estilo del director Steve Jacobs y, aunque aseguró no hacer comentarios ni promoción, finalmente el escritor ha dado su opinión: «Jacobs ha conseguido integrar a la perfección la historia en el grandioso paisaje sudafricano. Las interpretaciones de los actores principales son fuertes y meditadas». Convertir una novela en una película siempre supone un trabajo de condensación y selección de episodios y diálogos que no siempre satisfacen al lector. En este caso esa labor ha recaído sobre la guionista Ana Maria Monticelli, quien también fue la impulsora del proyecto tras leer la novela y sentirse «sobrepasada», según ella misma confiesa. La cámara como testigo«Había que respetar la integridad de la naturaleza compleja de la novela. Es muy objetiva y nada moralista, por lo que la experiencia cinematográfica tampoco debía juzgar», asegura el realizador. Pero esto no significa desdeñar la experiencia devastadora que propone la historia, y Jacobs apostó por «un relato manipulatidor que se aproxime a la perspectiva del testigo. Con este objetivo, la cámara permanece alejada y sólo se acerca cuando es necesario», comenta. Para Jacobs, «ésta no es una historia de Sudáfrica, sino acerca de la sociedad. Reflexiona sobre cómo el conflicto perdura durante la historia. Tiene que haber un cortocircuito para que las cosas cambien porque se ha demostrado que las soluciones intermedias no funcionan. Es la perspectiva que más me interesa», dice. John Malkovich, en el papel del profesor David Lurie, y Jessica Haines, que debuta en el cine con el papel de su hija Lucy, protagonizan esta cinta que se estrena el 31 de julio.

La luz del dramaAl contrario de lo que sucede normalmente, en Sudáfrica «lo difícil es seleccionar un encuadre de entre todos los que te ofrece el paisaje», revela Jacobs. La luz natural, sin embargo, beneficia la fotografía: «Es muy dura y los colores aparecen bastante definidos. Se puede ver cada detalle, por lo que resulta más elemental y más dramática», explica.