Crisis económica
Del conejo a la propina
Llevo años defendiendo la tesis de que Pedro Solbes, lejos de ser un freno para que ZP no hunda la economía española, es simplemente una coartada y una garantía de que no saldremos de la crisis económica en que ya estamos. Los datos objetivos son demoledores. Con Solbes ha aumentado el déficit exterior de 19.000 millones de euros a los 100.000 millones de euros; se ha multiplicado la deuda externa de 775 millones de euros hasta los 1.455 millones; y se ha incrementado la presión fiscal del 37,7 por ciento al 41 por ciento. Por si fuera poco, nuestro crecimiento del PIB per cápita del 3 por ciento y de los salarios del 2 por ciento anual ha descendido a un crecimiento del PIB per capita del –1 por ciento, con lo que España se ha convertido en la nación que menos crece de todo el mundo industrializado. Con esas cifras, cualquier persona con un mínimo de pundonor habría presentado su dimisión y cualquier presidente con sentido común no sólo la habría aceptado sino que la habría impulsado.
Pedro Solbes –como ZP– ha optado, sin embargo, por mentirnos de manera sistemática profetizando un futuro halagüeño. El problema es que el futuro ha llegado y se presenta no en el tono rosado de Solbes y de ZP, sino más bien color hormiga. De hecho, los salarios reales han retrocedido en un 6 por ciento y, según el último informe de la OCDE, España es la única nación que se ha empobrecido en los tres últimos años. Como los españoles no son estúpidos, el 40 por ciento de las familias afirmaba hace poco que vive peor que en marzo de 2004 y el 70 por ciento tiene dificultades para llegar a fin de mes.
Muy posiblemente, ahora, la percepción de la economía sea peor porque la inflación ya ha superado el 4 por ciento, porque la gente se las ve y se las desea para pagar la hipoteca y la cesta de la compra, y porque la cercanía de las Navidades está dejando más de manifiesto si cabe cómo se nos ha encogido el bolsillo – y el corazón– con este ministro de Economía. Como los hechos son testarudos –que decía el camarada Lenin– el gobierno procura últimamente hablar poco de esos temas o echa la culpa a la subida de los cereales, una mala excusa porque también ha aumentado su precio en otras naciones de la Unión Europea y la inflación es menor, y porque además Pedro Solbes tiene buena parte de la culpa de esa subida ya que en la época en que era comisario europeo no dejó de asestar golpes a la producción de alimentos.
Falta, pues, de excusas, la Administración de ZP ha decidido darnos dos recetas para enfrentarnos con una crisis económica que, en no escasa medida, le debemos. La primera es que comamos conejo, una recomendación peregrina que algunos me aseguran –ignoro por qué– que procede de María Teresa Fernández de la Vega y la segunda, ésta del mismo Pedro Solbes, que dejemos menos propina, porque desequilibramos nuestro presupuesto no por el coste de la vida sino por lo pródigos y manirrotos que somos cuando paramos en una cafetería. De esta manera Solbes cumple ese dicho americano que afirma que ya está mal que te orinen, pero que encima te digan que lo que pasa es que llueve, resulta intolerable. Y es que lo del conejo y el euro es intolerable.
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