Ciencias humanas

Desvelan las claves de una malformación de las extremidades asociada a la talidomida

La incidencia aumentó en los años 60 cuando se prescribía talidomida para náuseas del embarazo
La incidencia aumentó en los años 60 cuando se prescribía talidomida para náuseas del embarazolarazon

Es una grave malformación congénita de las extremidades llamada focomelia, causa un desarrollo deficiente de los huesos largos, haciendo que estos sean más cortos de lo normal, e incluso, que los dedos surjan directamente del tronco. Afecta a uno de cada 20.000 recién nacidos, pero hasta la fecha no había grandes logros que nos acercaran al conocimiento de este trastorno, la focolemia.Sin embargo, un estudio codirigido por las universidades de Cantabria y Harvard muestra que se debe a un defecto en la diferenciación celular en etapas tempranas del desarrollo. La incidencia de este defecto aumentó de forma espectacular en los años 60 cuando se prescribía talidomida para las náuseas del embarazo, un fármaco que se demostró más tarde que causaba focomelia. El descubrimiento, que se publica esta semana en la revista «Nature», clarifica las causas de esta malformación y supone un importante paso para comprender el desarrollo de las extremidades, un proceso que aún no se conoce bien. Según señala Marian Ros, responsable del trabajo y miembro del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria, «conocerlo permitiría explicar no sólo la focomelia, sino muchas otras malformaciones producidas durante el desarrollo».

Embriones de polloAunque se detecta con facilidad durante el embarazo, no hay un tratamiento para los afectados, entre los que existe una alta tasa de mortalidad. Los investigadores han producido focomelia en embriones de pollo a través de su irradiación con rayos X y han realizado un análisis molecular y de linaje celular para descubrir cómo se produce la enfermedad. El trabajo desde España lo ha realizado la investigadora Irene Delgado bajo la dirección de Ros. Hasta el momento se creía que la focomelia se producía según el modelo de la «zona de progreso» que señala que al reducirse el tamaño de la extremidad debido a la pérdida de células, las supervivientes se quedarían más tiempo en la zona de progreso alcanzando destinos más alejados del centro del cuerpo. Así, las células que darían lugar al húmero terminaban formando los dedos. Según explica Marian Ros, «los resultados de nuestro estudio demuestran que esto no es así, ya que, según indican los marcadores moleculares disponibles, los tres segmentos próximo-distales de la extremidad (brazo, antebrazo y mano) se especifican adecuadamente aunque sólo se vayan a formar los dedos. Estos resultados no coinciden con las predicciones del modelo de la zona de progreso». La investigación demuestra que la irradiación impide la condensación de los elementos esqueléticos que se están formando en el momento en que se produce el daño, lo que indica que la focomelia es el resultado de un defecto de diferenciación celular. «Es decir, que los precursores esqueléticos, las células que formarán los tejidos del esqueleto, que tienen que comenzar su diferenciación en cartílago se ven muy afectados y, aunque reciben las instrucciones para hacerlo, no alcanzan la masa crítica suficiente para ello», concluye Ros.