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Don Juan se va de copas al Teatro de la Abadía

La Razón
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Miguel Ayanz

 

«Los que fingís y engañáis / las mujeres de esa suerte, / lo pagaréis en la muerte», le advierte a su señor el criado Catalinón. Y así responde el «castigo de las mujeres»: «¡Qué largo me lo fiáis!». He ahí la esencia de un mito. Hablamos, claro, de Don Juan Tenorio, el conquistador por excelencia, el que desafía a la vida y a lo que haya de venir después con su libertinaje y su pasión y desprecio por las féminas. Y hablamos también, claro, de «El burlador de Sevilla», donde Tirso de Molina plasmó su atrevimiento y castigo –no hay en esta versión redención para el mujeriego, sino justicia divina a sus tropelías amorosas, según mandaba la moral predominante–.

una mirada particular

El Teatro de La Abadía se acerca ahora de nuevo al clásico a través de la mirada de un director particular, el inglés Dan Jemmett, uno de los valores más sólidos de la nueva escena europea. En España se han visto, entre otros trabajos suyos, «Shake», «Dog Face», «The little match girl» y, en el último Festival de Otoño, «The collected works of Billy the Kid».

En este montaje, Jemmett mete a Don Juan y compañía en su particular universo estético, un lugar de corbatas y bombines bostonianos. «Sin duda –expliva Jemmett–, están las cortinas rojas, que ya se han convertido en parte de mi trabajo desde hace años. Y hay algo del mundo del teatro de marionetas, aunque más realista. Las cortinas configuran algo así como el escenario de un cabaret, además, quería que los actores estuvieran todos juntos, que compartieran un espacio común, y decidí que fuera un bar». Y explica con más detalles su propuesta: «No es algo que tenga una interpretación, tan sólo era un espacio interesante. Es un bar algo sórdido, el típico lugar en el que los personajes pueden encontrarse, hablar, beber juntos, un sitio popular. El cabaret puede resumir eso, como arte popular que fue, como en su día lo fue el teatro de títeres o incluso el barroco».

Jemmett no habla español, así que ha tenido que leer el texto en inglés y francés. Por eso asegura que «me produce sensaciones, aunque no puedo entrar en los detalles. Me atrae esa especie de estructura narrativa caótica que tiene, esa sensación de que ha sido desmontado y vuelto a montar de nuevo, o como si se le hubieran ido añadiendo cosas con los años. No me parece un texto muy fiable. Y eso me gusta». De hecho, la propia autoría del «Burlador» está en entredicho entre los expertos, aunque el director se burla de estas dudas: «Sí, claro, pero es algo que tienen que hacer. Luego, cada veinte años, pueden cambiar de opinión».

A pesar de ello, el director estará al frente de un reparto español encabezado por Antonio Gil (Don Juan) junto a Ester Bellver, Luis Moreno, Marta Poveda, David Luque y Luis Moreno, entre otros intérpretes, que se reparten el resto de los papeles, como los de Isabela, Octavio, Don Diego Tenorio, Tisbea, el Rey de Nápoles...

sin preguntas profundas

Jemmett apuesta por entender a Don Juan sin lecturas complejas. Por eso, cuando se le pide que explique si lo ve como un héroe o una víctima, desmitifica también: «En esa respuesta hay ideas psicológicas, una interpretación de lo que es Don Juan y de lo que representa, y eso se me antoja algo bastante moderno, que surge en el siglo XIX.

Este texto es barroco y eso hace que las lecturas psicológicas sean muy complicadas. Más que someter a Don Juan a diversas preguntas, yo lo considero un arquetipo. ¿Hace lo que hace como consecuencia de su sangre noble? ¿Le viene de nacimiento? Todo eso es muy interesante, pero no estoy seguro de que sea importante para el teatro».