Comunidad de Madrid
«Dónde están las quitanieves»
madrid- Carreteras cortadas, colegios cerrados, vehículos aislados, localidades incomunicadas, cerca de diez accidentes por hora y mucha indignación. Al margen de las escenas bucólicas que dejó ayer la nevada que cayó sobre Madrid, lo que confirmó es que «la ciudad no está preparada para el frío». Lo denunciaban los miles de trabajadores que se vieron atrapados en las carreteras durante horas. La mayoría sin cadenas, muchos sin haber siquiera desayunado y sin suficiente gasolina en el depósito para permanecer horas parados a un par de grados bajo cero. La nevada comenzó de madrugada, pero de forma muy leve. Cuando los más madrugadores salieron de casa, pensaron que no iba a cuajar, pero en el rutinario atasco de la hora punta, la intensidad y tamaño de los copos se convirtieron en una amenaza. Autovías anegadas La tormenta se cebó, sobre todo, con los municipios del Corredor del Henares y del Sureste donde comenzaron los problemas, pero rápidamente el caos se extendió por toda la Comunidad. En poco más de una hora se registraban atascos de más de cerca de cuatrocientos kilómetros en las principales vías de salida y entrada de la ciudad. Las primeras que no superaron la nevada, al margen de algunas secundarias que quedaron anegadas desde primera hora de la mañana, fueron la M-45 y las autovías A-4, A-3, R-3, A-1 y A-2 que fueron cerradas algunas en ambos sentidos durante varios kilómetros. Esto provocó que las principales vías de circunvación de Madrid quedaran totalmente colapsadas al quedarse sin salidas. Fue el caso de la M-50, M-40 (tuvieron que ser cortadas en algunos tramos) y M-30, principales ejes de distribución del tráfico de la capital. Miles de conductores clamaban gasolina, agua y comida, y es que algunos llevaban consigo niños. En la M-50, una de las más afectadas, en el tramo que conecta con la M-45, a la altura del término de San Fernando de Henares, hubo retenciones de casi nueve horas. La Guardia Civil salió a las carreteras para asistir con mantas y bebidas a los conductores atrapados. Atendieron, incluso, incidencias médicas. Las máquinas quitanieves no llegaban. Los atascos eran de tal envergadura que no podían acceder a las vías. Se repartieron cerca de dos toneladas de sal y trabajaron más de 180 máquinas quitanieves que no daban abasto. Del mismo modo que el caos se extendía hacia fuera de la ciudad, los atascos colapsaban el centro. La salida este por la avenida de América-María de Molina y la M-30, la salida por el túnel de Costa Rica (fue cortado), la Avenida de la Ilustración O¿ Donnell, el Paseo de la Castellana, el nudo de Manoteras o Atocha se convirtieron en auténticas trampas para vehículos y camiones. Hacia el norte, el corte de todos los accesos al aeropuerto de Barajas (A-2, M-11, M-13 y M-14), quedando abierta sólo la vía de peaje M-12, empeoró aún más una situación, ya de por sí caótica después de que desde las doce de la mañana se decretara el cierre del aeropuerto de Barajas. El metro y Cercanías se convirtieron en la única salida, al registrar sólo pequeños retrasos en el caso del segundo, porque el servicio de autobuses registró decenas de incidencias. Así, la Empresa Municipal de Transportes de la capital registró hasta 46 líneas bloqueadas por los atascos y 100 vehículos que al mediodía no pudieron salir de las cocheras. Por la tarde, 172 líneas recuperaron la normalidad a falta de 16 que fueron limitadas o desviadas. Con una media de nueve accidentes cada hora en la región, la jornada también fue sumamente peligrosa no sólo por la nieve: el hielo, la baja visibilidad y las prisas en un día de grandes esperas hicieron estragos. El 112 recibió más de 7.300 llamadas, la mayoría por causa de la nieve, la Policía y los servicios de Emergencias, Samur y Summa, estaban al cien por cien. El Summa asistió a más de 160 personas afectadas por traumatismos. Desde la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, pedía a médicos y trabajadores de la Sanidad que no abandonen los hospitales hasta que no lleguen los del siguiente turno, porque nadie llegaba a sus lugares de trabajo, y a los colegios que siguieran abiertos, ante la preocupación de los padres que no podían llegar a recoger a sus hijos por una «hora punta» que se alargó hasta la hora de comer. Algunas rutas escolares no llegaron a su fin y en los centros las clases se vieron alteradas porque las familias que pudieron, acudieron antes de tiempo a recoger a los pequeños en previsión de futuras nevadas. Las bajas temperaturas llevaron a Iberdrola a batir ayer a mediodía su récord histórico de demanda de electricidad en la Comunidad de Madrid, con máximos de 3.779 megavatios por hora.
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