Lenguaje

El ecologismo pide paso a la Academia

La plataforma www.sostenibilidadaldiccionario.com recoge definiciones y apoyos en internet para que la RAE acepte el término 

El ecologismo pide paso a la Academia
El ecologismo pide paso a la Academialarazon

Al margen del Día-E organizado por el Instituto Cervantes, otra iniciativa privada desafía a la inercia para colar una palabra en el diccionario de la RAE: «Sostenibilidad». Tiene web ( color="#0000ff") y recaba definiciones de quien quiera colaborar. Ya llevan casi 300 de todos los tonos. La Academia acepta el término pero de momento no tiene sitio para convetirla en una entrada. Ellos creen que es importante que esté. «La iniciativa surge de una forma muy simple: al ver cómo el procesador de textos nos subrayaba la palabra siempre que la escribíamos, fuimos al diccionario y comprobamos que no estaba. Enviamos una pregunta a la RAE y nos respondió que su uso es correcto pero no todas las palabras caben en el diccionario», explica el periodista Pedro Bravo, uno de los «instigadores» del asunto. Y añade: «No sólo nos pareció que era importante la presencia de sostenibilidad en el diccionario, es que vimos en ello una oportunidad para hacer una invitación a la reflexión ciudadana». Detrás de la idea aparecen dos empresas, «Quiero salvar el mundo haciendo márketing» y «Love Publicidad», aunque otras han colaborado (Globo Digital, Vividum, Communicate, Garsía...).

Algunas definiciones buscan la perfección idiomática. Por ejemplo: «Es el respeto de la naturaleza en los procesos industriales, económicos, sociales y culturales». Otras prefieren la provocación, el lirismo o, por qué no, la broma, como «alimentos para todos ahora y para siempre», o «¿Cuánto has comido hoy?». Las hay elegantes y gruesas. Pero todas valen. Al fin y al cabo se trata de participar y de hacer llegar el mensaje. «Si ser locos es pensar que las acciones, grandes y pequeñas, pueden cambiar las cosas, somos unos locos –reconoce Bravo–. Si ser quijotes es pensar que hay que intentar salvar el mundo, somos unos quijotes. En cualquier caso, somos realistas. Sabemos que las cosas son como son y están como están pero también que las personas están capacitadas para cambiarlas, para mejorarlas, para actuar».

Y, desde luego, el terreno de las palabras es fundamental. «El lenguaje, la lengua, es lo que nos explica el mundo. Sin él no hay entendimiento y sin entendimiento no hay conservación», corrobora el escritor. Las armas de la plataforma, Sostenibilidad al Diccionario: ganas y mucha paciencia. Así, el boca a boca o la presencia en festivales y encuentros solidarios, como el de las pasadas Fiestas de San Isidro en el Paseo de la Chopera de Madrid, llevan recogidas ya cerca de 300 definiciones. Entre ellas de famosos como Guillermo Fesser, el equipo de Mayumaná, Álvaro Urquijo, Carmen Posadas, Juan Duyos, Aitana Sánchez Gijón, Eva Hache... Algunos han aportado vídeos, dibujos, fotografías...

La plataforma ha contactado ya con la RAE, y están a la espera de respuesta a su iniciativa. Así lo explica Bravo: «Hemos enviado una carta a su director, Víctor García de la Concha. De momento, sin respuesta. Nos encantaría que la RAE se sumase a la iniciativa; desde el primer momento dejamos claro que no es una platafroma contra la Academia, sino a favor de la reflexión y la participación ciudadana». Y añade: «Si más adelante la RAE recibe las definiciones recogidas y acaba incluyendo alguna en el diccionario, sería estupendo». Desde luego, los académicos no podrán decir que no les han facilitado el trabajo.

Un término que existe a medias
Aunque no en el diccionario de la RAE, sostenibilidad tiene ya alguna definición, como recuerda algún internauta documentado. El Gran Diccionari de la Llengua Catalana (www.grec.net) lo define como «conjunto de políticas destinadas a hacer compatible el crecimiento económico y la preservación de la biodiversidad y evitar, en último término, la degradación de la biosfera provocada por la acción humana». Otro navegante aporta la que dejo escrita la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (conocida como Comisión Brundtland) en 1987: «Satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse a sus propias necesidades».