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«El éxito de ayer no me sirve vivo el presente»

No es nostálgico. Raphael (Linares, 1943) quiere correr más que el tiempo, «y si eres nostálgico, el tiempo te gana». Siempre sale al escenario como si fuera la primera vez. No le tiene miedo a nada: «Ya pasé todo el que tenía que pasar». Se ve paciente y liberal: «Mi lema es vive y deja vivir». Dice que hay que tener mucha fuerza para no morir de éxito, «que no te ahoguen la vanidad y el entorno». Tiene pendiente dar la vuelta al mundo sin trabajar. Pinta, pero le da vergüenza exponer. ¿Vicios? «El chocolate».

«El éxito de ayer no me sirve vivo el presente»
«El éxito de ayer no me sirve vivo el presente»larazon

-Ha comenzado en España su «Tour 50 años después» y celebra sus bodas de oro como artista. ¿Está más casado con el escenario que con nadie?

-Llevo 37 años con Natalia y 50 trabajando, pero estoy más casado con Natalia que con los escenarios.

-Canta en varias plazas de toros (el 26, en Las Ventas). ¿Se ve torero?

-En cierta forma, sí, pero lo mío es menos peligroso: sólo corro el riesgo de electrocutarme.

-Interpreta sus grandes éxitos. «Yo soy aquel»: ¿qué diferencia al Raphael aquel del Raphael de hoy?

-El Raphael de hoy es más sabio. He aprendido mucho, sobre todo una cosa: que las cosas son como son y hay que sacarles el máximo partido. Utopías, las menos posibles.

-«Digan lo que digan». ¿De verdad no le importa lo que digan?

-Nunca me importó. Y a estas alturas del partido, muchísimo menos.

-«Cuando tú no estás». ¿A quién echa de menos?

-A mi familia cuando estoy lejos. Pero hoy, gracias a las nuevas tecnologías, la sensación de lejanía es menor.

-«A quién le importa». ¿Debería ser el himno de los programas del corazón?

-Sí. Yo no los veo. Tienen demasiada sal gorda y es malo para la salud.

-¿En vez de «maravilloso corazón, maravilloso» debería cantar «maravilloso hígado, maravilloso»?

-Indudablemente. Un día se me escapará: lo tengo in mente.

-Después de la que armó Clinton con el saxo, usted sigue fiel a la trompeta («Balada de la trompeta»)...

-Ja, ja, ja. Es que yo soy más de trompeta. Soy fiel a mis instrumentos.

-«Provocación». No me diga que no le gusta provocar en el escenario...

-Si lo hago, es una provocación inocente. Soy muy inocentón, ¿sabe?

-«Escándalo». Ni un escándalo en su vida. ¿No le parece aburrido?

-No, para nada. Es muy divertido torear escándalos, o sea, evitarlos.

-«Mi gran noche». ¿Cuál ha sido su gran noche?

-Está por venir. Estoy empezando; lo que hice ayer no tiene importancia, el éxito de ayer no me sirve. Vivo el presente mirando al futuro.

-«Llorona». ¿Qué le hace llorar?

-Muchas cosas. Me emociono fácilmente. Lloro a veces en el cine.

-«Tamborilero». ¿Para usted siempre es Navidad?

-No. Está la Semana Santa y sus dolores, la caída de la hoja...Para mí, casi siempre es el Día del Trabajo.

-«Como yo te amo». ¿Cómo es su forma de amar?

-Apasionada y serena siempre, hasta cuando tenía 18 años.

-«Qué sabe nadie». ¿Tiene la impresión de que le conocen muy poco?

-A todos nos pasa eso. Nadie nos conoce. Si no nos conocemos nosotros mismos, cómo nos van a conocer los demás.

-«En carne viva». ¿Qué le pone en carne viva?

-El hambre. Los políticos hablan mucho y todo se queda en palabras.

-«A mí manera». ¿Siempre ha hecho las cosas a su manera?

-Siempre he ido a mi bola. Nunca he sido esclavo de las modas. Yo entiendo mucho de Raphael, y sé lo que le conviene. Es mi especialidad.

-«Podría salir al escenario y hacer una pizza y, aun así, ellos vendrían a verme». (Frank Sinatra).