Museo del Prado
El Prado pierde un Goya
El Museo da a conocer el estudio definitivo sobre la autoría de «El Coloso», en el que demuestra que esta pintura no es del maestro aragonés. El autor es su discípulo Asensio Juliá. Pinche en el gráfico adjunto para apreciar todos los detalles.
Desde que en 1931 el Museo del Prado colgó un cuadro al que se le llamó «El Coloso» -aunque llegó sin nombre conocido-, el público que visita las salas de la pinacoteca se arremolina ante él y mira «un goya» como cualquier otro.
A partir de ahora, deberá tener en cuenta que, le guste o no -estéticamente hablando-, no está contemplando «un goya», sino una pintura que, aun teniendo algo del maestro, es obra de su mejor discípulo, Asensio Juliá, y no es precisamente la mejor.
El estudio que el Museo del Prado colgó ayer en su web, firmado por la conservadora de pintura del XVIII, Manuel Mena, que hace tiempo que arrojó serias dudas sobre la obra, no puede ser más rotundo: « Visto con luz adecuada (el nivel de luz al que se expone en el Museo no penetra en los pigmentos, muy opacos de esta obra) se hace manifiesta la pobreza de su técnica, de su luz y colorido, así como la marcada diferencia de El Coloso con las obras maestras, de atribución documentada de Goya».
De esta manera, esta pintura deja de ser catalogada como obra de Goya, aunque el cuadro permanecerá en las salas del pintor, como ya anunció su director, Miguel Zugaza. Los argumentos para retirar la atribución a Goya se basa sobre todo en los estudios técnicos que el Prado puso en marcha ya en 1993 a raíz de la exposición «Goya: el capricho y la invención. Cuadros de gabinete, bocetos y miniaturas», que comisarió la especialista británica Juliet Willson-Bareau. Estudios que continuaron con suecesivas muestras hasta llegar a la reciente «Goya en tiempos de guerra», etapa que corresponde a «El Coloso».
Una primera conclusión es que en la observación de la superficie del cuadro hay una «tonalidad de negro diversa de la empleada por Goya, transparente y delicada». La poca utilización de «albayalde» no es propia del aragonés. «Goya, sin embargo, buscó siempre al calidad de los materiales empleados, que hace sus colores muy estables», prosigue el análisis. Por otra parte, la composición del cuadro y los elementos elegidos no se corresponden a los habituales empleados por el maestro, como «la figura masculina de espaldas, las caracteristícas del paisaje, su disposición y técnica, y las figuras que corren, junto a coches y animales».
Mala conservación
Desde el mismo lienzo, dice la investigación, «El Coloso» no tiene la factura de Goya. Según el análisis radiográfico, la pintura está realizada sobre un «lienzo forrado», lo que da pie a pensar que «El Coloso» estaba «en fecha aún relativamente temprana en un estado de conservación que exigía su forración. Y concluye: «La excelente calidad de las pinturas de Goya ha determinado que hayan llegado sin forrar a nuestros días en número excepcionalmentre elevado, aunque hubiese permanecido en condiciones difíciles». La preparación del lienzo tampoco corresponde a que realizaba Goya, de manera que en «El Coloso» no hay nada pintado directamente sobre la preparación del lienzo. «Goya, sin embargo, utilizó siempre la capa de color de la preparación de la tela, rojiza generalmente, como base», argumenta el informe.
Desde las radiografías de 1989, el «cuadro presenta desde su misma base un modo de trabajo distinto del de Goya». En concreto, dice que «El Coloso» está realizado de manera «superficial» y «no existe una construcción organizada de las figuras, o del paisaje». Toda la obra está realizada con «titubeos», «aunque su técnica deshecha» quiere buscar «un efecto de rapidez». «Ese modo de hacer indica un proceso de creación lento e indeciso, sin saber de antemano lo que pretende», añade.
Los análisis muestra que la figura del gigante tuvo que cambiarla tres veces en muy poco tiempo. Su mala resolución de la anatomía, de la manera especial en como realiza el brazo izquierdo, es impropia de Goya: «La pobre anatonía de El Coloso no admite comparación con los desnudos masculinos, bellos y realistas».
El resto de elementos del cuadro, paisaje, personas, animales, nubes, no se corresponde a la obra del aragonés. Finalmente, el descubrimiento en el margen inferior izquierdo del cuadro de dos letas, «A J», da pie a que puede corresponde a su principal discípulo, Asensio Juliá, hecho que se argumenta también por la procedencia del cuadro, donado por Pedro Fernández Durán, adquirido por los antepasados de éste de manera directa al pintor. Asímismo, en el bastidor del cuadro no figura la «X» en blanco (por Xavier, el hijo) que figuran en todos los cuadros del «Inventario del 18».
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