Mar de Mármara

El premio gordo en el último minuto

Excesivo castigo para Turquía, aunque el 1-0 nació en fuera de juego; Alonso empató de penalti y Riera hizo el 1-2 al final

El premio gordo, en el último minuto
El premio gordo, en el último minutolarazon

Jugó Turquía en casa peor que en el Bernabéu y marcó. España, en cuatro encuentros anteriores, nunca hizo un gol a orillas del Bósforo; en esta ocasión lo consiguió, logró dos, uno de penalti, y, por fin, venció. Así, con seis puntos sumados frente a los otomanos, su presencia en Suráfrica está prácticamente asegurada. Ha igualado el récord de Clemente, 31 partidos invicta; pero ha mostrado en estas dos últimas confrontaciones su peor cara. Notó las ausencias; sufrió porque, quizá, Del Bosque no restauró la pobre imagen del equipo por no adelantar los cambios. Con los relevos mejoró y cumplió el objetivo, que es lo más importante.A Manolo no le dejaron meter el bombo en el Ali Sami Yen, nublado por el humo de las bengalas tras el gol de Senturk, precedido de fuera de juego. Fueron parciales las autoridades turcas al «castrar» a Manolo y permitir los fuegos artificiales, y parcial el árbitro inglés, por dar validez al tanto que rompía la racha invencible de España. Tan cierto como eso o que el himno español fue silbado, más fuerte aún que el turco en el Bernabéu, fue que Marchena se descuidó con Tuncay y que la falta de atención general de su zaga propició el tanto. Fue el primer tiro a portería de los turcos, cumplido el minuto 26. Hasta entonces, España controlaba, sin resplandecer, sacaba los córners –tres– e inquietaba a Demirel Volkan: a Riera le desvió un pepinazo en acrobática intervención y detuvo un tiro inocente de Torres casi a bocajarro. «La Roja» llevaba la iniciativa, encerraba en su campo al rival, que tardó cinco minutos en cruzar la línea media; la presión arriba, con la defensa más adelantada, surtía efecto; sólo faltaba culminar el control con una diana; también era preciso mover la pelota con más velocidad, redoblar los apoyos y multiplicar los desmarques.La inclusión de Silva, por la derecha, y Riera, por la izquierda, abría más el campo para los españoles, quienes, sin embargo, se mostraban tímidos al montar el ataque. La defensa turca es circunstancial y vulgar, pero España carecía de ímpetu y efectivos para superarla. Los jugadores de Terim, más solidarios, eran como una nube en torno al balón; atacaban en masa, defendían en masa y amasados invadían el centro del campo. Cuando descubrieron que los españoles buscaban el gol con precauciones, arriesgaron, situaron la defensa en la línea divisoria, achicaron el espacio y se encomendaron a Tuncay y Senturk. El desliz de Marchena, la distracción general y el error arbitral premiaron sus arrestos.El resultado no hacía justicia a lo que se veía sobre el césped, una vez evaporado el humo de las bengalas. Se notaba, antes de que el «infierno» –así se conoce al campo del Galatasaray– evocara su apelativo, que a los españoles se les nublaba la vista por momentos. Imprecisión en los pases, errónea elección de la jugada, ausencia de ese fútbol que ha enamorado, no encandilaba; demasiados defectos en jugadores exquisitos y virtuosos. Con Turquía, la selección española ha pinchado en hueso, pese a salir victoriosa. Le costó doblegarla en Madrid tanto como en Estambul; no es fácil derrotar a un enjambre, aunque el Mar de Mármara, o el Negro, no estaban lejos. La superioridad no llegaba a plasmarse sobre el terreno. Los turcos se jugaban la vida. Los españoles tenían que cambiar el rumbo del partido en la segunda mitad; pero tenían que acelerar, correr, superar la presión y dejar de ser estáticos y previsibles, graves defectos. Tenía Del Bosque más fe en la alineación que sus pupilos, desajustados, lentos, imprecisos, erráticos. Por eso no cambiaba, y la selección exigía otras alternativas, refrescos, ideas nuevas; y, sin embargo, empataron. De penalti, obra de Alonso, al despejar Ibrahim con la mano un cabezazo de Torres que ni siquiera iba a puerta. «El Niño» erró en los controles, falló un par de ocasiones claras y, para colmo, Volkan se lució cuando por fin le salió un disparo de calidad.No era Torres el único desvaído; Riera no dio un centro en condiciones, como Ramos, como Senna, relevado por Cazorla, ni siquiera brilló Xavi, que echaba de menos a Iniesta. Y Marchena chirriaba, en mayor medida que Capdevila. El más entonado de todos fue Silva, a quien sustituyó Busquets, el debutante.Casi al final Del Bosque dio la oportunidad a Güiza y éste correspondió, suyo fue el mejor centro del partido, que Riera remató a puerta vacía en el último minuto, ¡el gordo! El 1-2 no hacía justicia a los turcos, que perdonaron y perdieron. España ha ganado por primera vez en Turquía, como esos campeones que se sobreponen a sus peores días.

«La roja» iguala el récord de ClementeTreinta y un partidos suma ya España sin perder. Una marca que iguala la mejor racha de la historia de «La Roja» que logró Javier Clemente. Aunque ahora hay que repartir los méritos. 22 partidos son de Luis Aragonés y 9 de Vicente del Bosque. Esos números eran una presión que se añadía a la propia del partido y a la del ambiente turco, donde nunca es agradable jugar. Costó conseguirla, porque los turcos se adelantaron y porque Casillas tuvo que aparecer en los últimos minutos para salvar la igualada antes de que Riera marcara el gol definitivo. España igualó su mejor racha y está en condiciones de hacerla crecer en los próximos encuentros. Además, Vicente del Bosque también tiene la suya.Sólo le faltaba una victoria para igualar el mejor arranque de un seleccionador en la historia. João Saldanha, el periodista que fue nombrado seleccionador brasileño para dirigir a la «canarinha» en el Mundial 70 y que fue destituido meses antes de llegar a México, arrancó con nueve victorias consecutivas antes de caer contra Argentina. Del Bosque llevaba ocho y ayer se puso a la altura del brasileño. Además, gracias a Güiza, su apuesta personal, que dio el pase del segundo gol.