De la mitología griega, hay casos para todos los gustos: dioses que van y vienen, algunos ya preteridos y otros en plena forma, como Eolo, que sopla como nunca para la economía. Y nos da la sorpresa, en esta España nuestra, de convertirse casi en la primera fuente de energía eléctrica en los días más ventosos. Ahí está la noticia: el 16 por 100 de los suministros al sistema eléctrico nacional ha procedido, en los últimos meses del largo invierno que ahora va finalizando, de las aspas que en todo el país se mueven según los caprichos de Eolo. Con el asombro para propios y extraños, de que algunos días incluso supera a las centrales de ciclo combinado en la generación de eso que sigue llamándose, hasta en los medios más sofisticados, «la luz». Todo tiene un coste, y desde luego, la generación de kilovatios por molinos de viento aún se sitúa por encima del carbón, el petróleo o el gas natural. Pero todo se andará, porque la tecnología avanza implacable, y donde antes se situaban aerogeneradores de menos de 0,5 MW, ahora pueden llegar hasta diez. A base de buscar los mejores emplazamientos, y emplear nuevos materiales, fuertes pero superligeros, para las aspas; con elevaciones cada vez mayores de las estilizadas torres que las sustentan. Quedan, desde luego, problemas técnicos por resolver, para aprovechar en plenitud la fuerza del dios más juguetón. Pero también en esto, las técnicas van avanzando. De modo que los sistemas de distribución, ya a escala internacional, pueden utilizar la energía eólica como punta en determinadas circunstancias; y en el futuro, se acumularán sus electrones de las horas valle con nuevos sistemas de almacenaje, no se sabe si de litio, plomo o carbono. Será entonces cuando Eolo llegará a su mayoría de edad, contribuyendo a independizarnos, al menos en una importante medida, de jeques, emires, sultanes, dictadorzuelos y nuevos zares redivivos. Amén.