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Gombrich cien años del gigante del arte

Gombrich, cien años del gigante del arte
Gombrich, cien años del gigante del artelarazon

A día de hoy, el historiador del arte Ernst Gombrich (Viena, 1909 – Londres, 2001) hubiera cumplido cien años. Es célebre por su «Historia del arte» (1950) –traducida a más de veinte idiomas, con dos millones de ejemplares editados–, pero también por su postura antidogmática, liberal y científica de los estudios culturales, su defensa a ultranza del cánon occidental, y la excelencia de sus investigaciones sobre el arte del renacimiento.Gombrich se educó en la prodigiosa Viena de principios del siglo XX: alumno de Julius von Schlosser, compañero de Otto Kurtz, compañero del psicólogo Ernst Kris y amigo íntimo de Karl Popper. De orígen judío, emigró a Londres poco antes de la invasión alemana. Allí trabajará para el Warburg Institute hasta su jubilación. Gombrich será uno de los principales críticos de la filosofía hegeliana aplicada en el campo de la historia del arte y de la reflexión estética. Los enemigos del historicismo, según Gombrich, son: el trascendentalismo estético, el colectivismo, el determinismo histórico, el optimismo metafísico y el relativismo. No deja de ser curioso que otro gran personaje de nuestros días, el Papa Benedicto XVI, mantenga opiniones muy parecidas.Los estudios de Gombrich tienen cuatro vertientes: el narrador-divulgador por todos conocido, el recóndito erudito del renacimiento italiano, el estudioso de la psicología de la representación pictórica, y el teórico del arte. Pero todo se resume en un simple enunciado: la historia debe estudiarse según la documentación y el sentido común, con hincapié en los conceptos de excelencia y maestría. Según Gombrich, «en nuestro tiempo, a través de la popularidad del arte, los medios de comunicación han alcanzado mucho poder a la hora de crear una sensación en el arte que no está realmente basada en la maestría sino en la pura novedad».

La traducción españolaSu traducción preferida de la Historia del Arte era la española, de Rafael Santos Torroella. Su gran particularidad: el arte no existe, existen los artistas. Y, según palabras del propio Gombrich, quien mejor comprendió su trabajo fue Joaquín Lorda, profesor de la Universidad de Navarra, autor del excelente «Gombrich: una teoría del arte» (1991).