Estados Unidos

John McCain visita «Hanoi Hilton» el lúgubre escenario de su cautiverio

John McCain visita «Hanoi Hilton» el lúgubre escenario de su cautiverio
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El senador republicano, John McCain, se reencontró con lo más traumático de su pasado. El ex candidato a la presidencia de Estados Unidos visitó la cárcel vietnamita de Hoa Lo, la llamada «Hanoi Hilton» por los pilotos norteamericanos que, como él, tuvieron que vivir detras de los barrotes durante la guerra de Vietnam. La sufrida víctima de la elecciones que Obama ganó, recorrió con detenimiento las salas de la cárcel, hoy convertida en un museo temático. Lo hizo en compañía de otros dos miembros del Senado estadounidense y de un nutrido grupo de periodistas a quienes sólo se permitió asistir desde lejos y sin oportunidad de hacer ninguna pregunta. McCain repitió ante sus compañeros algunas de las anécdotas más conocidas de su repertorio: las mismas que fueron explotadas durante la campaña electoral, cuando se intentó la alquimia de convertir en votos el doloroso cautiverio que, entre otras cosas, le provocó una minusvalía que le impide levantar los brazos por encima de los hombros. Contó, por ejemplo, la historia de cómo intentó suicidarse utilizando su camiseta. Al mismo tiempo, no quiso reabrir la polémica sobre las presuntas torturas que sufrió en la cárcel y que sus viejos enemigos siguen negando. En definitiva, el senador no abusó del morbo mediático de la visita e incluso dejó un toque de clase, limitándose a comentar las exageraciones propagandísticas que exhibe el museo con ironía fina y sin ánimo revanchista. Por ejemplo, sobre el mono de piloto que allí se exhibe atribuyéndolo al «oficial McCain», se limitó a decir que «las botas no corresponden», cuando en realidad el traje entero es falso. Los propios guías del museo reconocen públicamente que lo es, ya que el de McCain quedó destrozado cuando su avión fue abatido sobre el lago Truc Bach, en cuyas aguas fue apresado casi inconsciente y con graves heridas. Algo que el senador no dijo es que sigue vivo gracias a los doctores del Ejército vietnamita, que dedicaron parte de sus escasos recursos médicos para que sobreviviese el jóven piloto, hijo del general al mando de la flota americana y un preciado botín de guerra. McCain confirmó el buen perder ya demostrado ante Obama elogiando al gran rival de las divisiones que co-capitaneó su propio padre y en las que él luchó como piloto de aviación. «Fue realmente un genio militar», dijo del general Vo Nguyen Giap, el estratega que forzó la retirada de dos de los ejércitos más potentes de sus respectivas épocas: el francés y el norteamericano. Lo que no pudo hacer la comitiva estadounidense es volver a pisar la celda en la que McCain pasó casi cinco años. Situadas en la parte anterior del complejo penitenciario, la mayor parte de las habitaciones fueron derruidas para abrirle paso al nuevo Vietnam: el de los edificios de paredes acristaladas y los proyectos a gran escala. Antes de abandonar el recinto, el senador condujo a sus acompañantes hasta una de las pocas celdas que quedan en pie y que forman parte del recorrido del museo. Se trata de espacios claustrofóbicos donde un hombre de estatura media no puede permanecer de pie y no cabe más que un jergón de paja. «Ellos dejaban el portón cerrado y hacía mucho calor», se le escuchó decir señalando la puerta.