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Ken Follett: «Empecé a escribir porque necesitaba dinero para reparar mi coche»

La Razón
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ónde termina el escritor y comienza un acontecimiento mediático? Dieciocho años –unos doscientos en la ficción– separan la publicación de «Los pilares de la tierra» y de su continuación: «Un mundo sin fin». El éxito de la primera novela auguraba una excelente acogida para su segunda parte y los pronósticos literarios no se han equivocado. El título ha entrado en la lista de los libros más vendidos en EE UU; en Inglaterra (algo que jamás había ocurrido antes con una obra suya, y donde han acabado rápidamente 750.000 y 350.000 volúmenes respectivamente) y en Italia se ha colado directamente en el primer puesto.

A España ha llegado con una tirada inicial de 525.000 ejemplares, que se ha agotado en una semana, entre el 28 de diciembre, fecha de su lanzamiento, y la noche de Reyes (el primer día se vendieron entre 40.000 y 50.000 volúmenes). Su editorial, Plaza y Janés, ha echado más carbón a la imprenta, y ya prepara una nueva reimpresión, una tirada de 175.000, y calcula que para comienzo de febrero habrán llegado al mercado cerca de un millón. Con estos datos sobre el tapete a nadie le extraña que su autor, Ken Follett, perfecto «gentleman» del «best seller», pasee con una satisfactoria tranquilidad por las naves de la catedral de Santa María de Vitoria después de su «revival» medieval. Posa, sonríe, saluda, mira hacia un lado, mira también hacia el otro, mientras las cámaras le siguen y los flashes iluminan su rostro.

 

Vuelta a la Edad Media

Entre las naves de este templo gótico, resquebrajado por el tiempo y la historia, y cuyo apuntalamiento y obras de conservación permiten a los visitantes contemplar sus secretos arquitectónicos, ha encontrado su inspiración para proseguir con una historia que cuenta con miles de «fans» en todo el mundo. Más de mil páginas recrean ahora aquellos decenios, los más oscuros de la Edad Media, y su autor no descarta la idea de una nueva entrega. «Estoy seguro de que volveré a este escenario. No ahora mismo, porque no tengo un argumento, pero regresaré en el futuro, sin duda», asegura.

-¿Cómo afrontó la redacción de esta segunda parte?

-Era muy reacio a una segunda parte de «Los pilares de la tierra». Estaba muy nervioso. No quería escribir una secuela. Los lectores se habían emocionado con el libro y no quería explotar el éxito. No me parecía honesto. Además, los personajes eran muy mayores y no podía basarme en los mismos protagonistas. Pero la gente me insistía y me preguntaban. Yo me cuestionaba, a la vez, si sería capaz de continuar la historia igual de buena. Y decidí intentarlo.

-¿Cuál era su principal temor?

-Que la gente dijera que no era tan bueno como «Los pilares de la tierra» y que debido a una segunda parte mala se diluyera el éxito de la anterior novela. Lo más difícil fue crear una serie de conflictos entre los protagonistas que aguantara entre 40 o 50 años.

-Uno de sus personajes está inspirado en Tony Blair.

-(Risas) Sí, aunque algunos dicen que aún es peor político George Bush. En realidad, ese personaje, que es el prior de mi novela, representa al peor político. Piense en el político que más odie, pues ése es el prior de mi novela.

-Comenzó con novelas de espionaje. ¿Cuál es la diferencia con una obra histórica?

-En un «thriller» los personajes principales siempre están en peligro. En las históricas, el peligro es sólo un medio que usa el escritor para mantener la atención.

-¿Y cuál es más difícil para usted?

-La novela histórica, sobre todo si son como éstas, con esa envergadura. En un «thriller» el principal motivo de preocupación para el escritor es cómo mantener la tensión durante 100.000 palabras. Mi plan inmediato es continuar con este tipo de obras ambientadas en la historia. Es un desafío porque tienes que centrarte en el tema principal de cada época. No es sólo un aspecto concreto de ella. En «Un mundo sin fin» abordo la Europa del siglo XIV, todos los temas importantes y a todos los niveles de la sociedad, desde el rey hasta los campesinos, hasta cómo, por ejemplo, interactuaban los diferentes países.

-Usted trabajó como periodista. ¿Por qué empezó a hacer novelas?

-Por dinero. Necesitaba 200 libras para arreglar el coche y no las tenía. Pedí un préstamo pero el banco me dijo que no me lo daba. Un colega mío, periodista, había escrito un libro y le habían dado esa cantidad. Así que le dije a mi mujer: voy a escribir un «thriller». Ella me contestó: pues vale. La redacté en seis semanas y a la editorial de mi colega le gustó y me la compraron por 200 libras. Así recogí el coche del taller. Era una novela muy mala que se vendió poco, pero me pregunté: ¿Puedo hacerlo mejor?

-¿Qué le enseñó el periodismo?

-Quizá que durante cinco años me obligó a escribir a diario y casi sobre cualquier tema. Eso hace que fluya la escritura. Eso es lo que aprendí y, también, a investigar y documentarme. Pero me di cuenta que el estilo periodístico no era el apropiado para las novelas y tuve que desaprender ese estilo. Pero aun así mi estilo es muy ligero y directo.

-Algunos critican el éxito de los «best-sellers».

-El objetivo de la literatura es meternos en la vida de otras personas. Y luego, además, aprender algo. Pero, en ambos casos, es un acto de imaginación. La gente que lee muchas novelas lo hace por placer, pero también, cuando comienza un libro es porque buscan la capacidad del autor para engancharle al argumento. La gente que lee muchas obras es la que tiene, por eso mismo, la posibilidad de ponerse en el lugar de los personajes con más facilidad y de ampliar su mente.

-¿Pero qué opina de las críticas?

-No escucho muchas porque la mayoría de los escritores que conozco son amigos míos y celebran mi éxito. Creo que las personas que más critican estas novelas no son los otros escritores, sino los periodistas que trabajan en algunos medios. Estoy casi seguro de ello, porque he trabajado en este ámbito. Son periodistas que, por lo que sea, les gustaría escribir un libro, pero que no pueden, y critican a los periodistas que, en cambio, sí pueden.