Historia

Berlín

La guerra que perdió Europa

La Razón
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Existen muchas maneras de examinar la Segunda Guerra Mundial. Yo la veo como la guerra que perdió Europa. La Primera Guerra Mundial dejó dibujado, un mapa de Europa absurdo e injusto. Que Alemania acabaría pidiendo justicia resultaba obvio. Por desgracia, lo hizo con el nacional-socialismo, un verdadero epítome de la maldad humana. En 1945, el continente estaba devastado salvo excepciones como Suiza, Suecia, España o Portugal, y todas las grandes potencias habían desaparecido. Alemania estaba devastada, desmembrada y dividida. Holanda, Bélgica y Francia dejarían de ser potencias coloniales gracias a la política de descolonización. Incluso Gran Bretaña, caminaba hacia un ocaso marcado por la pérdida del imperio y las cartillas de racionamiento. El mundo quedaba dividido entre una superpotencia americana y la otra que ni siquiera representaba a una Rusia que nunca hubiera fijado sus fronteras en Berlín. No eran iguales. Tampoco eran europeas. Algo similar sucedió en el lejano escenario del Pacífico. Japón fue derrotado, pero de ahí sólo emergió la desaparición de Europa del Extremo Oriente, la presencia norteamericana y una agresividad comunista, la de una China peor que la URSS. El III Reich y el imperio del sol naciente, gracias a Dios, perdieron la guerra, pero también Europa, y la situación no ha cambiado a día de hoy. Y todo porque en 1918 un canalla francés decidió que «el alemán debe pagarlo todo» y el resto de las potencias lo aceptó.