Feria de Bilbao

La puerta grande

La Razón
La RazónLa Razón

Ya se han quitado las telarañas de sus cerrojos. Hace unos días salió Castella y el domingo, Hermoso de Mendoza. De esta última no tengo nada que decir, pero de la primera quisiera hacer unos breves comentarios. Cuando el presidente concedió la oreja a Castella en el quinto de la tarde, oreja que le facultaba a salir en volandas, muchos nos sentimos perplejos. ¿Cómo puede ser que en una faena, sólo interesante y rubricada con un bajonazo, el público pida la oreja desaforadamente? ¿Cómo es posible que el presidente, buen aficionado supongo y conocedor de lo que Madrid debe ser, no reserve la Puerta Grande para actuaciones de más calado? ¿Por qué ese día los «entendidos» de sol no protestaron, ni mostraron sus pancartas de protesta, ante toros infumables y ante decisiones incomprensibles? ¿Qué está pasando en Madrid? También hay crisis en los toros.