F. C. Barcelona
Lágrimas
essi es un ídolo, pero niño ídolo. Las lágrimas que vertió cuando se lesionó lo transportaron a un mundo más cercano, más humano. Su dolor lo sintieron los barcelonistas y cuantos disfrutan con el buen juego, y Lionel es paradigma de la mejor estética futbolística. Las lágrimas dejaron ver hasta qué punto un muchacho disfruta con lo que hace y lamenta el no seguir haciéndolo. Está todavía en la edad de sufrir ante la frustración. La contrariedad padecida por el azulgrana llegó cuando los ataques se habían hecho más previsibles, más habituales, más de andar por casa y las fantasías habían dejado paso al fútbol menos improvisador. El equipo azulgrana empezó jugando como si delante no hubiera adversario.
Hubo dos jugadas, una de ellas acabó en el gol de Xavi, producto de la genialidad de varios hombres lanzados al ataque y, esta vez, con Ronaldinho dando el pase mirando al tendido.
La segunda acción no la culminó Ronaldinho y pudo haber sido gol para recordar. El Barça comenzó como el vendaval que se apreciaba en el césped. Jugaba a gran velocidad y llevando el balón al primer toque. En Nervión, el Sevilla también arrancó a toda velocidad y en diez minutos logró un 2-0 que lo ponía en la siguiente eliminatoria.
Los dos equipos trataron de consumar su clasificación sin angustias. Pese a ello, los sevillistas, que ya llegaron al descanso con 3-1, tuvieron que soportar muchos minutos penosos. En las jugadas a balón parado la defensa sevillista pasó grandes apuros y hasta Palop tuvo algún momento de indecisión. No resultó fácil derrotar a los turcos a pesar de las ventajas en el marcador. Hubo excesivos nervios y despistes defensivos. La consecuencia fue la prórroga y la eliminación en los penaltis.
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