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Manos Unidas pide unas «condiciones de vida dignas para las madres»

Las parroquias españolas dedican su colecta de este domingo a la «Campaña contra el hambre» de esta ONG.

La Razón
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Madrid- La hipoteca, los plazos del coche, los salarios mileuristas, el incierto futuro que espera a cada niño, el no renunciar a las oportunidades profesionales. Muchas son las cuestiones que las parejas españolas se plantean hoy para acabar convirtiendo la maternidad (y por ende, la paternidad) en una proeza al alcance, sólo, de unos pocos. De hecho, la tasa de natalidad en nuestro país ( 1,37 hijos por mujer) sigue siendo una de las más bajas del mundo.

Sin embargo, las auténticas complicaciones para las mujeres a la hora de ser madres se encuentran lejos de nuestro país. Cada año, más de medio millón de mujeres mueren por problemas durante el embarazo y el parto. Y si mientras en los países desarrollados, como España, el riesgo que tiene una mujer de morir a causa de estas complicaciones asciende a uno de cada 3.800 embarazos, en el África subsahariana la probabilidades ascienden hasta uno de cada 16 casos, lo que sí que convierte la maternidad en una auténtica proeza.

Consciente de esta realidad, la ONG católica Manos Unidas ha centrado su labor de este año en mejorar la salud materna y promover un entorno que proteja tanto la vida de la madre como la de sus hijos. «La maternidad es el mayor don de Dios para hombres y mujeres; es el eslabón que une a las generaciones trasmitiéndoles los valores y los logros conseguidos», afirmaba el miércoles Begoña de Burgos, la presidenta de Manos Unidas, en la presentación de la campaña, que tiene como lema «Madres sanas, derecho y esperanza». Una iniciativa que se enmarca dentro de los objetivos del milenio que los 189 estados miembros de las Naciones Unidas se comprometieron a alcanzar antes de 2015. Unos planteamientos que, aunque aprobados en el año 2000, no son nuevos para Manos Unidas, que «lleva cerca de cincuenta años trabajando por el desarrollo y luchando para erradicar el hambre en el mundo», como también recordó De Burgos.

Una realidad que, a pesar de esta asumida cotidianeidad, no deja de ser «intolerable». Sobre todo cuando se constata que la maternidad se convierte en un agravante de la situación para cada mujer en lugares donde su dignidad ya se ve agredida por su propia condición de fémina.

Un calvario que comienza desde el mismo momento de la concepción, con la amenaza del sida, que supone el 16 por ciento de las casos de mortalidad en África. Continúa con los problemas durante la gestación, como las anemias, que en Asia provocan un 13 por ciento de las muertes, o los abortos, que no sólo acaban en la muerte del feto, sino (en el 5 % de los casos) también de la madre. Una triste estadística que alcanza su punto más negro en el momento del parto, cuando las hemorragias y otras complicaciones se convierten en la principal causa de muerte materna. No en vano, mientras en los países desarrollados el 62 por ciento de los partos son atendidos por personal capacitado, en el tercer mundo este porcentaje baja hasta el 34%.

Y no acaba aquí. La pobreza y las condiciones sociales obligan a muchas mujeres de los países pobres «a reintegrase al trabajo inmediatamente después del alumbramiento, lo que implica un enorme riesgo para su salud y la del recién nacido», como denuncia Manos Unidas. No cabe duda de que, para ellas, ser madre sí es una auténtica proeza.