Teatro
Molière privatizado
«El enfermo imaginario»De Molière. Versión: A. Graciani y G. Olivares. Dirección: G. Olivares. E. San Francisco, J. Trujillo, B. Santana, G. Romero, Á. Barahona, M.del Hoyo. T. Fígaro-Adolfo Marsillach. Madrid.La sátira de la hipocondria y de la ambición desmedida por medrar que dejó dibujada con su último rictus en escena el autor y actor Molière –sabido es que murió con las botas puestas, interpretando al personaje de Argán– le sirve a los adaptadores de este nuevo montaje de «El enfermo imaginario» (Gabriel Olivares y Ana Graciani, que reconocen que es una «versión libre») para arremeter con gracia contra la sanidad privada. Bien está. Claro que la «privatización» que han hecho del clásico es casi igual de salvaje. Podríamos llamarlo, ya puestos, capitalismo contra autores indefensos. Poco queda de aquello, y mucho se ha añadido: hijas rebeldes, guitarristas macarras y hospitales concertados han sustituido a la riqueza de Molière.Claro que quizá ése fuera el espíritu del cómico más popular de su tiempo: llegar a la gente. Y este montaje, que dirige el propio Olivares, es efectivo y asequible. El público ríe con cada intervención de un engrasado Enrique San Francisco, que explota su voz ronca y sus gestos de calavera con tablas en un personaje –no el de Argán, sino el de Enrique San Francisco– que domina.Risa fácilJunto a él, un conjunto cómico ajustado realiza un buen trabajo, desde la veterana Julia Trujillo, hasta la frescura de Mar del Hoyo y Álex Barahona. Tiene gracia el arranque metateatral a lo «stand-up» y, aunque es una obra comercial sin muchas aspiraciones más allá de entretener –cosa que logra–, sorprende la puesta en escena juguetona y con ideas interesantes. Si hubiera más Molière y menos concesiones a la risa fácil...
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