Asia

Conflicto IsraelPalestina

QUIMÉRICA VICTORIA MILITAR

La Razón
La RazónLa Razón

Al contrario que en Irak, donde la anterior Administración norteamericana insistió en establecer un Estado con garantías democráticas y acabar con la violencia tribal e islamista que se hizo dueña de la posguerra, en Afganistán tanto Bush como Obama han dado por perdida la batalla por ambos objetivos. La invasión de Afganistán después del 11-S tenía el objetivo de vengarse por los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono y acabar con la organización terrorista de Ben Laden y su santuario afgano. A los talibanes se les echó del poder, pero Al Qaida y sus jefes siguen escondidos en las montañas. A lo más que se ha podido llegar para formar gobiernos democráticos ha sido al establecimiento de una Presidencia con ayuda de la ONU y con una figura de consenso como la de Karzai, que no ha conseguido acabar con las lacras de corrupción e incompetencia de sus antecesores. Pero, como ya demostró la ocupación soviética del territorio, una victoria militar extranjera en ese país es una quimera y probablemente los más de 50.000 soldados de 41 países bajo la bandera de la OTAN y los 14.000 presentes y 17.000 por llegar del Ejército estadounidense piensan lo mismo. El presidente Obama quiere poner fin al compromiso con la ayuda de la comunidad internacional.