Víctimas del Terrorismo

Rara y chocante

La Razón
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Las multitudes no acuden a las convocatorias sospechosas. La manifestación del pasado miércoles en Madrid contra la ETA fue, como poco, rara y chocante. No fueron las víctimas del terrorismo, Rajoy se sumó a última hora con una estimable representación del Partido Popular, y en el fondo, casi nadie de los presentes se creía su papel. Estaban, por ejemplo, Rodolfo Ares y Pachi López, dos dirigentes del socialismo vasco que un año atrás, sonrientes y dadivosos, se sentaban con los portavoces del terrorismo para alcanzar pactos y acuerdos. (No me atrevería a asegurar que no lo han vuelto a hacer recientemente). Estaba Llamazares, cuyo partido, tanto en el Gobierno vasco como en los ayuntamientos vascongados y navarros, apoya a las formaciones nacionalistas y separatistas con persistencia y ahínco. Estaban Olabarría y Erkoreka, del PNV, y es suficiente con la cita. Y estaban algunos titiriteros. Una de las pancartas era conllevada por Pilar Bardem, Concha Velasco y Massiel. La primera de ellas fue la encargada de entregar flores blancas a Jone Goricelaya, la abogada batasuna y proetarra, apenas hace unos meses. Pasar de ofrecer, entre una cerrada ovación, flores blancas a quien lleva sirviendo a la ETA treinta años, a manifestarse contra los últimos asesinatos de los defendidos por la receptora de las flores, se me antoja un cinismo cruel y oportunista que no tiene pase. La pancarta era de la Unión de Actores, esa asociación tan simpática e «independiente» que nadie sabe para qué sirve. Desde luego, no para lucir pegatinas de «No a la ETA» en el Festival de Cine de San Sebastián, mire usted por donde. Entiendo el rechazo de las víctimas del terrorismo a esa representación insultante y siniestra.

Lo que no se siente no puede salir bien. Rajoy cometió el error de no acudir a la multitudinaria manifestación convocada por la AVT el sábado pasado. Un error perdonable porque ha estado presente en otras muchas apoyando a las víctimas. Se sumó con buena voluntad al guateque minoritario, pues de no hacerlo, le habrían machacado. Una lástima su última ausencia, y una anécdota su presencia en esa cosa. El entusiasmo de los participantes en la manifestación fue descriptible. Como el mío en el caso de acudir a una concentración a favor de la no discriminación de las jirafas en Angola. A muchos de los presentes, lo del miércoles les importaba un bledo. El último atentado de la ETA contra dos honrados, cumplidores y leales guardias civiles puede haberlos molestado por cuestiones políticas y electorales, pero nada más. Llevamos muchos años padeciendo el terrorismo etarra como para no saber quiénes se han opuesto frontalmente contra la banda y quiénes han mirado hacia otra parte para no comprometerse, o en el fondo, porque no sentían necesidad alguna de estar al lado del dolor, de la justicia y de la verdad. La unidad ante el terrorismo se demuestra mejor cumpliendo la Ley de partidos, votando en los ayuntamientos contra ANV y el PCTV, retirando el permiso parlamentario para negociar con la ETA y manifestando públicamente sin dejar espacio a la duda que las negociaciones han finalizado y no se reanudarán. Lo del miércoles salió mal porque muy pocos de los que estaban querían la derrota de la ETA. Y se notó.