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Robben sí que aporta: gol y puntos

Lassana Diarra, bien, y Huntelaar, sin ritmo, debutaron en el Madrid. El Villarreal creyó en el triunfo demasiado tarde

Robben sí que aporta: gol y puntos
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Madrid- Terminó el Madrid pidiendo la hora, metido en su área y a expensas de que la fortuna que el Villarreal sólo persiguió en el segundo tiempo al final no le sonriera. Y venció. Tres puntos más en el haber de Juande Ramos, su tercera victoria y el equipo que recupera la plaza en Liga de Campeones, a costa del Atlético. Eso es lo esencial; lo demás, el gol, en singular, una genialidad de Robben, genuino futbolista desequilibrante, rayo de luz y esperanza del madridismo, mientras no se lesione. Su contribución es mucho más significativa y sobresaliente de lo que podría llegar a ser el protagonismo futuro de los debutantes Lassana Diarra, bien, y Huntelaar, falto de ritmo. Lass, relevo natural de Diarra I, intervino a menudo en la elaboración del juego madridista y en la destrucción de las contadísimas ideas del Villarreal, algo menos. No extrañó la camiseta ni la demarcación. Es disciplinado, se sitúa por delante de Gago cuando es preciso avanzar, pero el ataque no le vuelve loco. Sigue al pie de la letra las instrucciones de Juande Ramos: no se complica la vida con el balón y lo entrega con precisión; ni supera los límites de seguridad impuestos por el técnico, detalle éste que a menudo deja demasiado solos a los puntas, incapaces de superar los marcajes en masa de los adversarios, y sin posibilidad de jugar la pelota con algún compañero, porque no reciben el auxilio adecuado. Diarra II demostró más adaptación y más virtudes que Huntelaar, la nueva pareja de Raúl, y van..., catorce, por lo menos: Butragueño, Zamorano, Esnaider, Suker, Mijatovic, Morientes, Anelka, Ronaldo, Owen, Van Nistelrooy, Cassano, Soldado, Portillo, Saviola... Huntelaar despertó el interés del público del Bernabéu, ávido de calidad, de jugadas maravillosas, de futbolistas que marquen la diferencia, de mejores tiempos, al bajar con depurada técnica un balón que cayó del cielo. Ovación atronadora, suficiente para perdonarle el descontrol inmediato con la pierna izquierda. Dispuso, además, de una ocasión de gol que evitó Diego López, y vio una tarjeta por exceso de celo y porque alejado del área demuestra limitaciones que Van Nistelrooy no tiene. Seguramente es pronto para juzgar a los dos debutantes, y un exceso dedicarles una crónica entera porque el partido, aseado y ordenado, en el caso del anfitrión, y muy comedido, en el del visitante, entretuvo lo justo. Trató el Villarreal de no conceder un centímetro de ventaja al Madrid y el Madrid presionó muy arriba para evitar el contragolpe. Senna se las veía y se las deseaba para hacer jugar a los suyos. Eguren no le secundaba, Nihat no remataba, Rossi estaba demasiado solo y Cazorla no encontraba el sitio. En las filas madridistas se notaba, para bien, el regreso de Pepe al centro de la defensa, y el de Heinze, para regular, al lateral zurdo. El argentino sólo es una pizca más fiable que Marcelo, pero no sale de su campo y rifa el balón cuando intenta un pase largo. Mas no es Gaby quien despierta el interés del aficionado; como últimamente, lo más atractivo y espectacular corrió a cargo de Robben. Primero disparó al larguero y después, tras recorrer la frontal, a la escuadra. Golazo. Magnífico zurdazo, detalle de calidad. Con el 1-0, el Villarreal se fijó por fin en Casillas, que evitó con sendas paradas un gol de Pires y otro de Nihat. En el segundo tiempo Pellegrini renovó la delantera. Llorente entró por Nihat y a los 53 minutos Casillas volvió a ser el portero del Europeo. El Madrid, al cabo de estas navidades, agradece que esté de vuelta. Sus intervenciones reflejaron el crecimiento del Villarreal. Lo vio Juande, retiró a Huntelaar (minuto 55), aportación mínima, y reforzó la media con Drenthe. Así multiplicaba las necesarias entradas por las bandas e intentaba que el bloque no se descosiera. Pellegrini también reaccionó y buscó mayor profundidad con Ibagaza, que suplió al mariscal Senna. Rossi y Cazorla, más activos y más atrevidos ahora, tuvieron el empate en sus botas y Casillas lo evitó. Al asedio amarillo respondía el Madrid con medidos contraataques. Como Iker, Diego López demostró sus condiciones de gran portero en sendos disparos de Sneijder y Drenthe, mientras Lass temblaba en el banquillo, tras suplirle Van der Vaart, por su primer triunfo, tan frágil, que Metzelder, el hombre de la máscara, sustituyó a Robben en el minuto 91. El sello de Juande Un central por el delantero más desequilibrante; era el sello de Juande. El Madrid que ha heredado de Schuster y de Mijatovic no está para arrebatos. Necesita una buena dosis de fe, de esperanza y de calma. Antes, su defensa, socavada por la anarquía general y por las bajas, era un coladero tan grande que Casillas dejó de ser un excepcional portero. Pero Iker ha vuelto a tener ángel y el equipo, control y disciplina. E impone, prueba de ello, el temeroso primer tiempo del apocado Villarreal.