Selección Española

Silva el controlador

La Razón
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Si veis por la calle a un ciudadano de a pie con una sonrisa de oreja a oreja estos días, no es que le haya traído Papá Noel algo que anhelaba. Será un aficionado «che» o amante del buen fútbol tras la exhibición de Silva el sábado en Mestalla. El grancanario confirmó la importancia que tiene en un conjunto que en sus anteriores partidos en casa contra Racing, Sporting, Brujas o Copenhague, cual mosquito despistado chocaba una y otra vez con el parabrisas rival sin encontrar una entrada fiable. David enterró cualquier duda sobre su recuperación en los primeros minutos. El fútbol espeso y la poca claridad de ideas en campo contrario que había visto desde el comienzo de Liga la hinchada valencianista dio paso a un fútbol alegre, de toques, apoyos y verticalidad que agujerearon a un equipo rojiblanco demasiado permisivo. Si la selección o el Barcelona han podido disimular bien la falta de otro «crack» como Iniesta, el equipo valencianista no encontró la manera de camuflar la ausencia del de Arguineguín, un producto exclusivo en su plantilla. Jugador modeable como pocos, Silva es capaz de adquirir formas diferentes a medida que se va acercando a la meta rival, lo que hace de él un futbolista impredecible e imprescindible en el disciplinado esquema del «empollón» Unai Emery, que ha conseguido que su falta la hayan notado más las defensas contrarias que los puntos de su equipo. El técnico ha sabido exprimir como nadie al grupo y encontrar la estabilidad. Este artículo lo escribo mientras espero unas horas de retraso por los supuestos males de más de la mitad de controladores. ¡Ay, David, cómo te echo de menos! Con tu sola presencia en la torre, seguro que darías fluidez y claridad a todos los pilotos, como haces con Pipo, Joaquín, Villa y compañía.