Cantabria

Tostón «sandía»

Todavía creen que el golf es un deporte de ricos y privilegiados, y el objetivo de su desaparición es más ideológico que ecológico

La Razón
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En Cantabria unos pocos días. Y me topo con la tabarra de siempre. Los ecologistas «sandía» –muy verdes por fuera, muy rojos por dentro–, se manifestarán de nuevo en contra del Real Club de Golf de Oyambre, el más antiguo de la España peninsular, con más de cien años de existencia. Dicen que lo hacen en defensa de las dunas. Llevan mucho retraso. Las dunas están ahí y han convivido con el golf más de un siglo. Están en la caverna verde. Todavía creen que el golf es un deporte de ricos y privilegiados, y el objetivo de su desaparición es más ideológico que ecológico. Cerca del golf se levantan unos cuantos «campings» que desaguan todas sus porquerías en la playa de Oyambre. Pero los «campings» son intocables porque han llegado a la conclusión de que son establecimientos de esparcimiento y descanso de las clases desfavorecidas. Que le digan a un escocés que van a desmantelar el Golf de Saint Andrews, también a la vera del mar, también rodeado de dunas, porque a un grupo de ecologistas se les ha agudizado el antojo. Años atrás, un dique protegía un bosque. Los ecologistas decidieron que el dique desapareciera para que el agua de las mareas no viera interrumpido su flujo natural. Hoy, aquel bosque se ha convertido en un interminable cementerio de troncos muertos, y ofrece un aspecto desolador. Si al menos los ecologistas se afanaran en trabajar y retirar los miles de troncos aniquilados por el agua del mar y que aún resisten en pie, creería en sus buenas intenciones. Y los terrenos del Golf de Oyambre son de propiedad privada, otro acicate para que los ecologistas «sandía» se vuelquen en su contra. Así llevan más de treinta años, y es de esperar que dentro de otros treinta no hayan alcanzado su propósito.Esta gente es capaz de traerse a Comillas al farsante de Al Gore, último santón del cinismo ecologista, para que pronuncie una conferencia contra la existencia de un campo de golf centenario. El único problema es que Al Gore pide mucho dinero por dar conferencias –más que el juez Garzón–, y tendrían que rascarse los bolsillos en exceso. Algún día presentarán un estudio por el que se demuestra que el césped de las calles y de los «green» del Golf de Oyambre ejerce muy nefastas influencias en el cambio climático y ensancha aún más el agujero de la capa de ozono. Los «campings» no, porque los estiércoles humanos y los fluidos arroyos de ecológica orina resultan muy convenientes para las dunas, las arenas y las olas de Oyambre.Ni crecimiento sostenido ni nada. Muchos lugareños, humildes propietarios de prados cercanos a la playa de Oyambre, han asumido que esos bienes mantenidos por sus mayores y heredados de sus padres no valen nada. No pueden levantar ni una casa armónica con el paisaje porque los ecologistas se lo han prohibido. Y ahora, no contentos con ello, pretenden que desaparezca una instalación deportiva y ecológica –¿hay algo más ecológico que un campo de golf?–, porque es un deporte de veraneantes ricos y lugareños acomodados. El peligro de los grupos de ecologistas «sandía» es que son muy pesados. Se lían con el tostón y no descansan hasta que consiguen su objetivo. Por ahora, la sensatez de los gobernantes de Cantabria ha impedido la demagógica aniquilación del golf centenario. Por ahora, sólo por ahora.