Literatura
Ullán
El sábado pasado falleció en Madrid José-Miguel Ullán. El nombre no dirá gran cosa a muchos lectores, aunque LA RAZÓN volvió a publicar el lunes una magnífica entrevista realizada tras la publicación, hace dos años, de «Ondulaciones» (Galaxia Gutenberg), el gran volumen en el que reunió la poesía que deja como legado. Tal vez en otros países –nunca se sabe– Ullán habría sido más celebrado que aquí. El caso es que en España una parte de la crítica lo clasificó como raro, o vanguardista, alguien un poco apartado, en todo caso complicado de leer, hermético, críptico. Nunca he entendido esa fama. Hay grandes poetas difíciles de leer. Ullán no suele estar entre ellos. Claro que como todo gran poeta, exploraba territorios inéditos. Para decir lo que él quería decir, y que dijo como nadie, había que abrir nuevos caminos, transformar el español para llevarlo, y llevarnos a nosotros con él, allí donde hasta entonces nadie había estado. Ullán lo conseguía con lo que sigue pareciendo una facilidad pasmosa, con humor y erudición, jugando con las palabras, las imágenes, la imaginación popular, los clásicos, las citas, la propia tipografía y la página, hasta llegar a sus últimos ejercicios de pura caligrafía. Tal vez porque creó un estilo propio, de una inconfundible ternura masculina, su poesía se entiende bien y aparte del brillantísimo artificio, de una aplastante naturalidad, emociona ya en una primera lectura. Tarea del lector –grata tarea, en cualquier caso– es explicarse por qué esas palabras, tan bellamente dichas, han suscitado en él tal raudal de emociones. Quién no entiende versos como éstos: «Si uno al otro hubiera podido / llegar con la congoja casi entera / a deshora / y tener la cabeza fría, / la mano fuerte, el corazón sin norte / o un asomo de voluntad, tendría de todas formas que elegir a ciegas» (de «Esto es un atraco»). Así es todo, durante centenares de páginas, con una intensidad, una depuración y una rectitud expresiva inigualable. Lloremos, porque ha muerto uno de los grandes poetas de nuestra lengua.
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