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Yaba-yaba-dooo

La Razón
La RazónLa Razón

Frente al ternurismo de los dibujos animados de Walt Disney y la acidez trapisondista de los de la Warner Bros, los del tándem formado por William Hannah y Joseph Barbera representan un término medio que se convirtió en símbolo de la revolución tecnológica de mediado el siglo XX. Fueron los primeros adaptados exclusivamente al medio y lenguaje televisivos, con un innovador repertorio de efectos sonoros y gags visuales. En la era de la carrera espacial y el esplendor de los electrodomésticos, sus personajes se instalaron velozmente como iconos de la cultura popular.
Los Picapiedra representaban la modernidad que se apoderaba de la Prehistoria con una interpretación futurista del jurásico. Mostraban el discreto encanto de la burguesía en las cavernas, que se trasladaba a años luz del progreso sideral en el caso de «Los Jetson». Maguila el gorila era la fábula del buen salvaje enfrentado a la jungla de la ciudad más allá de su escaparate. El oso Yogui, una catástrofe ecológica andante. Don Gato, la rebeldía friki de los suburbios con un toque de distinción. Pepepótamo, una fuerza incontrolada de la naturaleza con su superbramido huracanado. El poder mutante nuclear estaba en manos de la hormiga atómica y, ya avanzados los 70, la estética Pop contribuyó al éxito de los autos locos, con las tribulaciones de los inolvidables Pierre Nodoyuna, el perro Satán y Penélope Glamour. Todos ya figuras clásicas que aún nos siguen sirviendo de referencia en la expresión cotidiana del siglo XXI.